Día 18: Hoedspruit – Johannesburgo – Madrid. Recorriendo la Ruta Panorama de camino al Aeropuerto.
– Recorrido en Coche por la Ruta Panorama:
Nuestro vuelo de vuelta a Madrid salía de Johannesburgo a las 23:10 horas, con lo que teníamos todo el día por delante para recorrer lo poco más de 500 KM que nos separaban del Aeropuerto Internacional de R.O. Tambo, aprovechando el camino para hacer la turística y agradable Ruta Panorama. Se trta de un tramo de carretera de lago más de 20 km que recorre el Cañón del Rio Blyde, el tercer cañón más lago del mundo, con 25 km de longitud y 1.440 metros de profundidad.
– Cañon del Rio Blyde y los Three Rondavels:
Precisamente, nuestra primera parada de la ruta fue el mirador del Cañón del Rio Blyde. Desde lo alto se puede contemplar en toda su extensión el Cañón, coronado por los originales Three Rondavels, tres enormes rocas que hacen recordar las chozas tradicionales africanas.
– Bourke´s Lukes Potholes:
La segunda parada fue en Bourke´s Lukes Potholes, que destaca por sus curiosas formaciones rocosas formada por la erosión durante años del Rio Blyde, que se recorren a través de puentes y pasarelas.
– Berlin Falls:
Para finalizar, antes de llegar al pueblo de Graskop, paramos a ver las Berlín Falls, unas cascadas con una caída natural de más de 80 metros. En los puestos de artesanía que hay junto a las cascadas terminamos haciendo las últimas compras de regalos.
– Comida en Graskop y traslado en coche hasta el Aeropuerto de Johannesburgo:
Comimos en el pueblo de Graskop, en su famoso restaurante Harrie´s Pancakes.
Desde allí hasta el aeropuerto de Johannesburgo hicimos un par de paradas para repostar y tomar café. La carretera es bastante buena, en muchos tramos de peaje, aunque hay también trozos en obras donde se montan atascos considerables.Según nos vamos acercando a Johannesburgo no va llamando la atención los enormes Slams de hojalata que hay junto a las carreteras, donde la gente mal vive hacinada. Ya habíamos visto unos cuantos en India, pero estos no se quedaban atrás en cuento a volumen de población y miseria. Antes de llegar al aeropuerto sólo nos quedaba buscar algún sitio donde lavar el coche antes de devolverlo. El caso es que desde que salimos de Graskop nos íbamos fijando en todas las gasolineras que pasábamos y en ninguna vimos que hubiera autolavado.
Terminamos en una gasolinera junto al aeropuerto donde el gasolinero se ofreció a lavarnos el coche, como ya nos olíamos la tostada le preguntamos que cuanto nos cobraba, y después de mucho insistirle nos dijo que por los menos 150 ZAR. Allí le dejamos, y acabamos limpiando el coche con unos trapos y un pantalón roto que llevábamos.
No debió quedar del todo mal, porque el encargado de recepcionar el coche en la oficina de Tempest no nos puso ningún problema. En el aeropuerto gastamos nuestros últimos Rands en un par de botellas de Pinotage, que nos llevamos a Madrid para recordar más adelante, junto a la barbacoa, nuestras noches en Kruger. Terminaba un viaje que iniciamos con el remordimiento de quien comete una infidelidad, en este caso a nuestra amada Asia, y que culminó en un idilio que ya estamos pensando reeditar en el futuro. Quién sabe si con Kenia, Tanzania o Bostwana.