Día 5: Sigiriya – Kandy. Roca de Sigiriya y cuevas de Dambulla.
Nos esperaba un duro día, con la subida a la Roca de Sigiriya, la visita a las cuevas de Dambulla, y el trayecto en coche hasta Kandy. Si la jornada anterior había resultado memorable, por la combinación de arte y naturaleza que ofrecen Polonawura y Minneriya, el recuerdo de este quinto día se salva por las magníficas cuevas de Dambulla.
Subida a la roca de Sigiriya
Fuimos a
Sigiriya precavidos respecto al elevadísimo precio de la entrada (4.260 LKR/Persona) y a lo turístico de la atracción, pero sinceramente esperábamos algo más y, pensando que ya que habíamos ido hasta Sri Lanka no podíamos dejar de visitar su emblema turístico por excelencia, decidimos rendirnos y pagar la entrada .
La otra opción, que visto lo visto, y sobre todo oído lo oído de otros turistas que optaron por ella, era visitar la roca de Pidurangala, situada frente a Sigiriya, y de la que se obtiene una vista inmejorable de la misma, en casi soledad, y sin necesidad de sentirse atracado por el precio de la entrada.
La verdad es que hasta el último momento dudamos en ir a Pidurangala, pero Manoj, y otros turistas a los que preguntamos, coincidían en que el último tramo para ascender a Pidurangala era demasiado dificultoso para hacerlo con una niña de dos años a cuestas.
El día además empezó mal, pues después de que Manoj nos dejara en el parking de entrada de Sigiriya, me di cuenta que había olvidado en el coche la batería de la cámara. Me toco llevarla cargada al cuello durante toda la ascensión, y tener que hacer las fotos con el móvil.
Por si fuera poco, ese día, no sé porque extraño motivo, a las hordas de turistas extranjeros se unieron un ingente número de locales que decidieron que aquella mañana era estupenda para visitar Sigiriya, así que las colas que se montaron en las escaleras para ascender la roca fueron insoportables.
Es cierto que los frescos de las voluptuosas ninfas son muy bonitos, y las vistas desde la cima espectaculares, pero para nosotros lo mejor de Sigiriya es la roca en sí, vista desde abajo, o mejor, según dicen, desde Pidurangala.
Ya de vuelta en el parking, le dijimos a Manoj que queríamos ir a comer al Restaurante Sakura, número 1 de Tripadvisor. Mereció mucho la pena. Buen Rice and Curry a buen precio, en un lugar agradable. Antes de llegar, paramos un rato para que Martina contemplara como se bañaba un elefante en el rio.
Las cuevas de Dambulla
Tras la comida, dirigimos nuestros pasos hasta las Cuevas de Dambulla (Gratis. Antes se cobraba entrada). Se trata de unas cuevas situadas en la cima de una montaña, bajo una enorme roca, y que desde el S. I se vienen utilizando para fines religiosos.
Desde aquella fecha hasta el S.XVIII, cuando fueron restauradas, su interior se ha ido decorando con estatuas y miles de pinturas realizadas sobre la misma piedra, hasta cubrir por completo las paredes de cada una de las cinco grutas visítales.
Para acceder a las mismas, como siempre en Sri Lanka, es necesario ascender una colina a través de tropecientos escalones, lo que se hace algo duro si, como nosotros, se os curre subir después de comer, con el sol todavía en lo alto, y después de haber visitado por la mañana Sigiriya.
La subida se nos hizo más amena gracias a una simpática pareja de Barcelona con la que nos encontramos. Estaban encantados con Martina, a la que ya reconocieron por haberla visto en Polonawura el día de antes.
Nos contaron que, después de visitar el triángulo cultural, tenían previsto, como nosotros, ir hasta Ella, donde nos los volveríamos a encontrar días más tarde, para después acercarse a hacer surf a las playas del Este. Por lo visto las costas de Sri Lanka se han puesto de moda entre los surfistas. Después, iban a Maldivas a una isla local a un Surf Camp.
Nosotros con tirar de Martina teníamos bastante, como para acarrear también con una tabla de Surf a cuestas, como llevaban ellos.
Íbamos a las cuevas con bastantes expectativas puestas, y esta vez sí, se vieron totalmente colmadas.
Las cuevas son realmente espectaculares, sobre todo la segunda. La cantidad y calidad de las imágenes pintadas aprovechando la piedra de las cuevas, el colorido de las mismas, la escasa luz, el silencio … todo ayuda para que el lugar deje un gran sabor de boca al visitante, tanto que para nosotros es una visita imprescindible de Sri Lanka.
Tanto nos gustaron que por momentos nos hicieron recordar las inolvidables cuevas de Hpo Win Taung de Moniwa (Myanmar).
Templo hinduista de Nalanda Gedige de camino a Kandy
Después de tomarnos unos zumos naturales en el restaurante que hay en el Parking, iniciamos nuestro viaje hacia Kandy, no sin antes hacer una parada para visitar el pequeño templo hinduista de Nalanda Gedige (S. VII), muy próximo a la carretera principal que une Dambulla con Kandy. Una pena que su fachada principal estuviera en obras.
Fue allí donde Manoj me contó que él era Tamil y por tanto Hinduistas. Según me contaba, aunque no parecía gustarle mucho hablar del tema, paso en Kandy junto con su familia la guerra civil étnica entre tamiles y budistas, y asegura que ni en aquel entonces, ni ahora, ha tenido ningún problema con los cingaleses.
Entonces le pregunté cómo era posible que siendo hinduista llevara en el coche pegado al salpicadero una gran figura de buda, a lo que con media sonrisa me contestó que ese buda lo puso el anterior propietario del coche, y que el decidió dejarlo allí para no dañar el salpicadero al despegarlo. La verdad es que no se si creerme esa versión, o pensar que más bien lleva el buda porque en Sri Lanka es mucho más fácil ser budista que hinduista.
Llegamos bastante tarde a Kandy donde nos esperaba la dueña de nuestro hotel (Hotel Garden Rest) para darnos la bienvenida. Allí nos despedimos de Manoj, que nos recogería 4 días más tarde en Ella, y tan pronto dejamos la maleta, decidimos coger un tuk tuk (200 LKR) para dar nuestro primer paseo por la ciudad y buscar algo para cenar.
Todavía hoy no sé porque extraño motivo acabamos en el Pizza Hut que hay junto al templo del diente de buda. Sin ninguna duda, aquella fue la peor cena de todo el viaje.