Día 4: Sigiriya. Ruinas de Polonnaruwa y Safari en Minneriya.
Hoy teníamos por delante uno de los días más completos y esperados del viaje, veriamos las ruinas de Polonnaruwa y por la tarde hariamos un safari en 4×4 por el Parque Nacional de Minneriya, así que que no nos costó demasiado levantarnos algo temprano para desayunar y salir camino de Polonnaruwa.
Visitando las ruinas de Polonnaruwa
Polonnaruwa fue la segunda capital de Sri Lanka, desde el siglo XI- al XIII, tras caer Anuradhapura en manos de los Cholas de la India del Sur.
En poco más de una hora en coche nos plantamos en el Museo Arqueológico donde compramos las entradas (3.550 LKR/Persona) para entrar al complejo, al que se puede acceder en coche, moto, tuk tuk o bicicleta que se pueden alquilar allí mismo.
La verdad es que el recinto no es muy grande, está muy bien señalizado, y si se tiene tiempo y ganas, una buena forma de hacer la visita es en bici.
Eso sí, aquí es imposible colarse sin pagar la entrada, pues todo el recinto está completamente vallado y custodiado por una garita con barrera donde comprueban que llevas el ticket.
Estanque (Baño real) yPalacio Real
Comenzamos la visita por el Estanque (Baño real) yPalacio Real, o lo poco que queda del mismo, con algunos tramos de la fachada que al menos permiten hacerse una idea de lo grandioso que debió ser el lugar en su día.
El Cuadrilatero:
Muy cerca, se encuentra el complejo de vestigios denominado El Cuadrílátero, dentro del cual, encontramos templos como el Vatadagey el Hatadage.
El Vatadage, fue el templo que más nos llamó la atención de todo Sri Lanka, y no sólo por su singular forma circular y su buen estado de conservación, sino también por la especial espiritualidad que se respira dando vueltas alrededor del mismo mientras se observan los cuatro budas colocados en cada uno de los punto cardinales. Para acceder al mismo hay que pasar por encima de las «piedras de luna», llamadas así por su forma semicircular que representan el Samsara: ciclo de vida, muerte, reencarnación y nirvana.
El Hetadage, que en su día se custodió el famoso Diente de Buda, actualmente en Kandy, destaca por sus bonitas tallas.
Nos llaman la atención también las 8 altas columnas del Nisshanka Latha Mandapaya, y el Gal Pota (libro sagrado tallado en piedra).
Estupa Rankoth Vehera
Nos volvimos a subir al coche para acercarnos a la Estupa Rankoth Vehera, con sus 185 metros de diámetro y 55 s de altura es la cuarta más alta del país. Sus ladrillos rojos quedan a la vista y dan al conjunto un aspecto rústico y auténtico.
Kiri Vehera Dagoda
La cuarta parada nos llevó hasta otra estupa, la Kiri Vehera Dagoda. A pesar de estar impecablemente encala y bastante restaurada, nos pareció muy coqueta. Justo al lado, esta la Lankatilaka, cuyos altos muros de ladrillo custodian una imagen de buda de 13 metros de altura, del que Martina pronto destacó confusa que le faltaba la cabeza.
Budas de Gal Vihar
Tras refrescarnos un poco tomando un coco frio, nos dirigimos a la que se supone es la atracción principal de Polonnaruwa, los Budas de Gal Vihara.
Son tres grandes budas esculpidos en una pared rocosa, del que destaca el último, con sus 15 metros, yace tumbado sobre un cojín. A parte de lo bien talladas que están las figuras, llama la atención la cantidad de vetas de distintas tonalidades que presenta la piedra empleada, y lo bien integradas que quedan en las tallas.
El conjunto rezuma serenidad, sino fuera por la cantidad de turistas y locales que se agolpan frente las esculturas, los vigilantes que se afanan en evitar que nadie se haga fotografías dando las espaldas a los budas, y el horroroso techado de hierro, que al igual que sucede con el buda de Aukama, le restan espectacularidad. Sea como fuere, el conjunto es soberbio y por si sólo merece la visita.
Safari por el Parque Nacional de Minneriya
Dejamos Polonnaruwa con un fantástico sabor de boca, y tras parar a comer en un restaurante para turísticas que vimos por la carretera, nos apresuramos a iniciar nuestra segunda visita del día, el Parque Nacional de Minneriya.
El parque es famoso por albergar el mayor número de elefantes salvajes de Sri Lanka, más si cabe durante el mes de agosto, donde se produce un fenómeno denominado la “gran concentración” pues en este mes seco cuando mayor es el número de ejemplares que procedentes de otros parques aledaños se acercan a beber al pantano artificial de Minneriya. Se dice que pueden llegar a juntarse más de 300 ejemplares alrededor del lago.
Para acceder al parque no basta con pagar la entrada, sino que hay que alquilar un todo terreno con conductor, que se ofrecen en los aledaños. Aunque íbamos dispuesto a regatear, Manoj nos ofreció la posibilidad de llamar a su contacto para ver cuanto nos cobraba por el servicio. Contábamos con el precio rondaría los 35 € – 40 € por persona, con las entradas incluidas, así que cuando Manoj nos dijo que su contacto nos lo dejaba en 11.500 LKR (70 €), no nos lo pensamos y aceptamos su ofrecimiento.
El safari, que discurre alrededor del pantano, dura aproximadamente 3 horas, y durante el mismo vimos, al menos, 70 u 80 elefantes. Martina alucinó con la experiencia, a aún hoy abre los ojos y esboza una enorme sonrisa cuando recuerda a aquellos elefantes comiendo en el lago.
Quien busque ver elefantes salvajes a escasos metros y en un entorno agradable, a buen seguro que saldrán encantados con Minneriya. Si lo que se pretende es ver otro tipo de animales salvajes, o un paisaje selvático, mejor que se abstengan de la visita. Allí sólo hay elefantes, eso sí, para dar y regalar.
Nos pareció una experiencia muy recomendable, más aún viajando con niños, pues no todos los días se puede contemplar familias enteras esas fantásticas criaturas en estado salvaje campando a sus anchas a pocos metros del jeep.
Ya en el hotel, nos dimos un baño en la piscina para mayor regocijo de nuestra hija que disfrutó, más incluso que nosotros, del que fue uno de los mejores días de nuestro viaje.
