Día 8: Nuwara Eliya – Ella. Mackwoods Labookellie Tea Centre
Visita de la plantación de té de Mackwoods Labookelli en Nuwara Eliya.
La factoría Mackwoods, fundada en 1841 por el Capitán Mackwood. Con sus más de 11.000 hectáreas de te cultivado, es una de los mayores y productoras y exportadoras de té de todo el mundo.
Una vez llegamos a la fábrica lo primero que hicimos fue acercarnos al mirador y bajar a las plantaciones de té a dar un pequeño paseo. Allí nos encontramos con las famosas Tea Pluckers, que andaban más pendientes de hacerse una foto con los turistas a cambio de propina, que de recolectar hojas de té. De haber tenido más tiempo nos hubiera encantado perdernos dos o tres horas por las plantaciones. El paraje no puede ser más bonito.
Ya en el interior de la factoría, hicimos una ruta guiada, y gratuita, de unos 30 minutos, en la que nos explicaron el proceso de recolección, secado y empaquetado del té. También muestran los distintos tipos de té, y sus calidades. La visita, amena e interesante, termina con la invitación a una taza ese famoso té de Celylán en la cafeteria.
Con inmejorable sabor de boca dejamos la factoría y pusimos tumbo de vuelta al hotel. Ya eran las 12:30 y no había tiempo material de acercarnos a Ramboda Falls. Una pena.
Traslado desde Nuwara Eliya hasta Ella
Tras despedirnos de la amble familia propietaria del Heidi´s Home, que nos obsequió con una generosa bolsa de té, salimos en coche dirección a Ella. El trayecto dura algo más de dos horas.
El paisaje es bonito, pero no se disfruta demasiado porque con tanta curva es difícil no marearse. La pobre Martina lo pasó regular, aunque no llegó a perder en ningún momento la compostura. Aún con mala cara, continuó contando todos los tuk tuk que nos cruzábamos por el camino. ¡Con lo que hubiéramos disfrutado de ese trayecto en el tren!
Dowa Temple (Ella)
Antes de llegar a Ella aprovechamos para pedirle al conductor que nos parara en el Dowa temple. Se trata de un templo budista construido en unas cuevas profusamente pintadas con iconografía budista.
El complejo, sin ser ni mucho menos tan impresionante como Dambulla, merece una visita si se tiene tiempo, pues está a tan sólo 6 kilómetros de Ella. Además, tan interesante o más que las cuevas, en el exterior, tallado en la roca, encontramos una inmensa imagen de buda.
Paseo por Ella
Nos despedimos del conductor, no sin antes regalarle una sudadera de Martina, pues tenía una hija de su edad, de la que orgulloso nos estuvo mostrando fotos durante el camino. Dejamos las maletas en el Ella Okreech Cottages, donde nos ofrecieron una agradable cabaña, y salimos a pasear por la pequeña, pero animada, Ella.
Tan pequeña, como que apenas abarca un cruce de calles. Tan animada, y turística, que toda ella está colmada de hoteles, restaurantes de pizza y hamburguesa, y algún que otro centro de masaje ayurvédico. Vamos, un lugar preparado única y exclusivamente para el turista.
Durante nuestro paseo, nos encontramos nuevamente con la simpática pareja de Barcelona con la que compartimos visita a las cuevas de Dambulla. Venían contentos de hacer trekking por el Little Adm´s Peack, que teníamos previsto hacer al día siguiente, y al que ellos habían añadido la visita al puente de los nueve arcos (Nine Arch Bridge). Después de explicarnos el recorrido, y contarnos que era su último día en Ella antes de partir a las playas del Este a hacer Surf, nos despedimos y proseguimos nuestro paseo.
Como el centro urbano no da para mucho, decidimos dejar pasar el resto de la tarde sentados en la terraza del restaurante Dream Corner, donde dimos cuentas de unos batidos, mientras Martina se encargaba de distraer al personal, dando saltos y repartiendo sonrisas. Recordando nuestra maravillosa experiencia en el sur de la India, bien nos hubiéramos dado un masaje Ayurvédico, pero como Martina era difícil, no hubiera permitido que la echaran aceite caliente en la cabeza, ni menos aún que eso se lo hicieran a su madre.
Para cenar, optamos, por Restaurante Chili Café, atraídos más que nada por su buen ambiente, y por las hamburguesas y pizzas que ofrecían en su carta. Nos resultó algo caro, sobre todo teniendo en cuenta que muy cerca está el fantástico Roti Hut donde tuvimos la suerte de cenar al día siguiente.