Anuradhapura – Sigiriya. Visita de Anuradhapura y Buda Aukama.

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Día 3: Anuradhapura –Sigiriya. Visita de Anuradhapura y Buda Aukama.

Apenas recuperados de la paliza del viaje, y de nuestra excursión a Mihintale, nos levantamos con la ilusión renovada para visitar Anuradhapura y el Buda de Aukama. La idea era ver únicamente los monumentos gratuitos de Anuradhapura (3.550 LKR/Persona), reservando nuestras rupias para las carísimas entradas de Sigiriya (4.260 LKR/Persona) y Polonnawura (3.550 LKR/Persona).
 

Que ver en Anuradhpura

  • El ficus sagrado (Sri Maha Bodhi)

Empezamos nuestra visita de los vestigios de Anuradhpura por el Sri Maha Bodhi (Gratis), alrededor del cual surgió en su día la ciudad que se convirtió en la capital de Sri Lanka allá por el S. V a.c..

Se trata de un enorme Ficus, sujeto por andamios dorados, supuestamente crecido allí a partir de un esqueje del mismo árbol bajo el cual Buda alcanzó el Nirvana. Se le atribuye ser el árbol datado más antiguo del mundo (288 ac.), con permiso del árbol de mango del Templo Ekambarewarar, que visitamos en nuestro viaje por el sur de la India (Kanchipuram), del que dicen tiene más de 3.500 años, cosa que ponemos en duda.

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Según el Budismo, Sidarta Gautama (Buda) alcanzó su iluminación mientras estaba sentado meditando bajo un árbol llamado Bodhi (Ficus Religiosa), ubicado en la India, y desde ese momento se convirtió en lugar de peregrinación antes incluso de la muerte de Buda (año 400 ac.). El Emperador de la India Asoka, tras haberse convertido al budismo, veneraba hasta tal punto este árbol que, su esposa, loca de celos, sembró una planta de espinas venenosas a su alrededor hasta provocar su muerte. Sangamitta Thera, hija de Asoka, pudo transportar uno de los vástagos del árbol hasta Sri Lanka para ser plantado en su ubicación actual de Anuradhapura.

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Alrededor del árbol se construyó en su día un templo. Se nota que es un lugar muy sagrado para los budistas en Sri Lanka, pues está lleno de peregrinos, fácilmente identificables por ir vestidos de blanco, y andar de un lugar a otro afanados en depositar sus ofrendas en alguno de los múltiples altares colocados al efecto en el muro que protege el árbol.

Nos encontramos allí también con varios grupos de escolares, acompañados por quienes parecen sus profesores, que recitaban sin parar oraciones. También, vimos a mucha gente encendiendo candiles de aceite e incienso, y algún que otro monje budista con sus características túnicas. El sentir religioso que se respira es muy auténtico, a lo que ayuda la ausencia de turistas extranjeros.

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  • Dagoba blanca de Ruwanwelisaya
Aunque desde Sri Maha Bodhi se puede ir andando, en un paseo de no más de 10 minutos, hasta la Dagoba blanca de Ruwanwelisaya, decidimos subirnos al coche para acercarnos hasta allí, y posteriormente visitar también en coche la Dagoba de Jatavanarama, que pensábamos que también era gratis.
 
Cual fue nuestra sorpresa cuando, al poco de iniciar nuestro camino, un vigilante de las ruinas apostado en una curva nos dio el alto tan pronto cayó en la cuenta de que eramos turistas. Bajamos la ventanilla, y nos pregunta por nuestras entradas, a lo que le explicamos que veniamos de visitar el Sri Maha Bodhi y que sólo queríamos acercarnos hasta Ruwanwelisaya, y Jatavanarama, pensando que no era necesario pagar entrada para ello.
 
A pesar de que le repetimos que no ibamos a visitar ninguna otra ruina, el vigilante en un mal ingles, nos vieno a decir que para circular por aquellas carreteras, a partir de ese punto, era necesario disponer de la entrada. Para evitar males mayores y no discutir decidimos retroceder con el coche hasta el parking del Sri Maha Bodhi, y acercarnos desde allí andando hasta Ruwanwelisaya, sin que por el camino nadie nos requiera la entrada.
 
La Estupa de Ruwanwelisaya (S II ac), con sus más de 200 metros de diámetro y 55 de altura, llama la atención por blanco inmaculado y sus formas redondeadas. También allí encontramos muchos peregrinos y muy pocos turistas.
 

Cansados de andar, y pasar calor, decidimos prescindir de la cercana dagoda Thuparama, a la que también se puede acceder andando. Una pena, pues es la más antigua de Sri Lanka, famosa por custodiar en su interior una clavícula de Buda.

  • La estupa de Mirisavetiya:

Subidos de nuevo en el coche, emprendimos nuestro viaja hacia el buda de Aukama, no sin antes hacer una parada a las afueras de Anuradhapura para visitar, por recomendación de Manoj, la estupa de Mirisavetiya. Se trata de una réplica más pequeña, y mucho menos concurrida, de la Ruwanwelisaya.
Estupa MIrisavetiya en AnuradhapuraExcursión por los templos de Anuradhapura por libre

Visita del Buda de Aukama

Tardamos bastante en llegar hasta el Buda de Aukama (S. VIII-IX. 750 LKR), para lo que hay que tomar un desvío de camino a Sigiriya, y rodear el lago artificial de “Kala Wewa” construido por el rey Dhatusena en el siglo V. La escultura destaca por estar tallada de una sola pieza, con una espectacular túnica que parece tener movimiento propio y un aspecto tridimensional muy logrado.
 
Se supone que las proporciones de la figura son tan perfectas que el agua de lluvia escurre por la nariz de la talla hasta caer al suelo justo entre ambos pies. Se trata sin duda de una obra escultórica muy notable, aunque esperábamos más.
 
El techado de hierro que han colocado encima de la estatua le resta mucho encanto, lo que unido a la cantidad de turistas locales que nos encontramos allí, y al cansancio, hicieron que la visita no llegara a colmar nuestras expectativas.
Visita de Anuradhapura y Buda Aukama.Buda AukamaVisita de Anuradhapura y Buda Aukama caminio a Sigiriya

Antes de llegar al hotel, paramos en Harabana a cambiar dinero en una joyería (1 € – 162 LKR), y a comprar en un supermercado galletas, batidos y algo de fruta. Compramos también unas cervezas, que como en el resto del país, venden junto con otras bebidas alcohólicas en una especie de bodegas apartadas del supermercado, y fuertemente custodiadas por barrotes.
 
Le preguntamos por ello a Manoj, y entre risas, nos aseguró que aquello era para evitar el pillaje, pues por lo visto a algunos srilankeses se les están olvidando las buenas costumbres budistas y cada vez tienen más apego a la cerveza y al vino.
 
Llegamos a media tarde a nuestro hotel en Sigiriya (Saunter Paradise Resort), y tan pronto dejamos el equipaje en la habitación, Martina “exigió” ir a la piscina donde pasamos el resto de la tarde disfrutando del agua. Tan a gusto estábamos que no dudamos en quedarnos a cenar en el agradable jardín del hotel.

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