La Isla de Kubu (Botsuana), también conocida localmente como Lekhubu Island, fue una de las grandes sorpresas de nuestro viaje por Botsuana y Namibia.
No es que no hubiéramos oído previamente hablar de ella. De hecho, durante la preparación del viaje por Botsuana y Namibia intentamos por todos los medios incluir la visita de la isla de Kubu en nuestro itinerario, pero finalmente, ante la imposibilidad de acceder hasta allí en 4×2, y lo apretado de nuestro planning, terminamos desechando la idea. Decidimos cambiar la visita por el Santuario de Rinoceronte Khama Rhino, que supuestamente si se podía visitar en coche 4×2 y resultaba a priori mucho más accesible.
El caso es que una vez llegamos al Santuario de Khama Rhino, resultó que la información que facilitaban en la web era totalmente falsa siendo absolutamente necesario contar con un buen 4×4 para visitarlo. Para colmo, el único 4×4 para excursiones de que disponía el Santuario estaba ya reservado, y en la recepción no nos facilitaron ninguna otra alternativa para poder realizar el safari. Así es como terminamos en Lethakame a media mañana contratando una excursión en 4×4 para visitar la Isla de Kubu y disfrutar de uno de los atardeceres más mágicos de nuestra vida.
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Cómo llegar a la Isla de Kubu.
Existen básicamente dos rutas para acceder a la isla, ambas por caminos y pistas de arena que supuestamente en época de lluvia son impracticables para todo tipo de vehículos.
La ruta sur desde Letlhakane y Mmatshhumo.
Se supone que es la ruta más fácil y corta para acceder a la isla. Preparando el viaje llegamos a leer que en época seca era posible acceder a la isla con un 4×2 desde la población de Mmatshhumo, a algo más de 20 KM al sur. Después de haber estado allí veo dificilísimo, y nada recomendable, intentar llegar allí si no es en un 4×4 en condiciones.
Los caminos de tierra en muchos tramos están en muy mal estado, llenos de baches continuos y bancos de arena donde es muy fácil encallar. En nuestro caso, con un 4×4 totalmente preparado y el guía-conductor habituado a hacer el trayecto tardamos unas dos horas en llegar.
Ruta Norte desde Gweta.
Es una ruta mucho más larga, de casi 100 KM y más de 4 horas de duración. Se llega tomando un desvío en la localidad de Gweta en la carreta que une Nata con Maun. En este caso, el 4×4 es absolutamente obligatorio.
Nuestra experiencia visitando la Isla de Kubu en excursión en 4×4.
La isla de Kubu, es una pequeña colina de granito que se levanta en medio del salar de Makgadikgadi, uno de los más grandes del mundo. Su extensión es la mitad que el Salar de Uyuni de Bolivia. En su día, hace más de 3 millones de años, este salar fue un lago con una profundidad máxima de 30 metros y 80.000 Km2 de extensión, en el que morían los ríos Zambeze y Okavango.
Después de la desilusión de Khama Rhino, y cuando ya dábamos el día por perdido, decidimos preguntar en nuestro alojamiento en Letlhakane a ver si conocían a alguien que nos pudiera llevar a conocer la Isla de Kubu. Por suerte, nos facilitaron el contacto con Chabaya, de la empresa Panviewtours, que no podemos dejar de recomendar. A pesar de ser ya muy tarde, y lo normal es ir allí de madrugada para aprovechar el día, accedieron a llevarnos para ver el atardecer aun sabiendo que la vuelta la tendrían que hacer de noche.
Tardamos en llegar unas dos horas durante las cuales fuimos pasamos de un paisaje desértico de arbustos y pequeños matorrales al blanco salar.
A lo lejos ya era fácil divisar la isla de kubu. Elevada en medio del salar, tiene una dimensión de 1 km aproximado de diámetro y 10 metros de altura. Antes de entrar es necesario registrarse en la caseta principal del Camp y abonar una pequeña entrada.
El lugar está plagado de Baobabs milenarios y rocas graníticas que contrastan con cielo azul y el blanco intenso del salar. La isla es un lugar sagrado para los Tswana. Aquí no sopla el viento, y si no fuera por el movimiento del sol al atardecer parecería como si el mundo se hubiera detenido.
Llama la atención los restos blanco de excrementos fosilizados que hay sobre las rocas de granito, prueba de la presencia allí de aves acuáticas hace miles de años.
La sensación de soledad y paz son indescriptibles. Ayuda la falta de perspectiva y referencias que provoca el interminable salar, lo que genera curiosos efectos ópticos. Una pena que no tuviéramos más tiempo para experimentar algo más con las fotografías.
Nos marchamos de allí con pena por no podernos quedar a dormir en el Camp. Pasar allí una noche y ver el amanecer debe ser toda una experiencia, y es uno de los motivos por los que si ahora nos planteáramos viajar por Botsuana lo haríamos en 4×4 con tienda de campaña incorporada.
Por si lo que habíamos vivido no fuera impresionante, Chavaya nos tenía guardada una última sorpresa. Cuando íbamos a abandonar ya el salar, antes de adentrarnos de vuelta en la zona de arbustos, paro el 4×4 y apagó las luces. El manto de estrellas que vinos sobre nuestras cabezas fue memorable.
La isla de Kubu nos pareció un lugar mágico y muy especial que bien merece ser visitado en cualquier viaje por Botsuana.
