Día 6: Fenghuang – Guilin
Paseanos de mañana por Fenghuang.
Salimos pronto a desayunar y aprovechar el par de horas que teníamos hasta que saliera a las 11:00 nuestro autobús con dirección a Guilin.
Después de buscar algún sitio donde sirvieran café, cosa que no es ni fácil, ni menos aún barata, en China, encontramos un bonito local afrancesado donde dimos cuenta de nuestros desayunos continentales con vistas al rio (35 ¥ por desayuno).
A esas horas daba gusto andar por la ribera. No hacía calor y no había apenas turistas chinos en la calle. Las lugareñas lavaban sus ropas en el rio, refrescaban la fruta y comenzaban a llegar los barqueros que hacen los paseos por el rio en una preciosa estampa que bien merece quedar grabada en la retina.
Traslado en atobús desde Fenghuang hasta Guilin.
Fue todo un acierto pedir al hotel que nos comprara con antelación los billetes, pues el autobús iba lleno, y gracias a eso teníamos los mejores asientos, los que están justo detrás del conductor y tienen mucho más espacio para las piernas. Todo se agradece si tenemos en cuenta que el trayecto, que inicialmente eran 6 horas, se alargó hasta casi 8 horas. Y es que, aunque la primera mitad del camino discurre por una estupenda autopista, la segunda parte se hace eterna, pues como no han acabado las obras hay que hacerlo por carreteras secundarias en lamentable estado donde se forman unos atascos de película.
Llegada a Guilin y paseo nocturno para ver las Pagodas del Sol y de la Luna:
Llegamos a Guilin 桂林 casi a las 19:00 horas, y lo primero que nos llamó la atención es que se trata de una gran ciudad que nada tiene que ver con las bucólicas imágenes del rio Li a las que se la asocia.
El autobús nos dejó en Guilin Quitan Bus Station, que está algo alejada del centro donde tenemos contrato del hotel (Riverside Hostel), así que no dudamos en coger un taxi (15 ¥). Tras hacer el check in, confirmar con Pegy, la encargada, que a la mañana siguiente viene un autobús a buscarnos al hotel para hacer el crucero por el rio Li, y darnos una reponedora ducha, nos disponemos a salir a cenar.
Como no está muy lejos, nos acercamos hasta el parque de las Pagodas del Sol y de la Luna, donde tenemos apuntados un par de restaurantes.
Terminamos cenando en el Restaurante Li River Cuisine. Se trata de un restaurante local de comida típica china, donde acertamos con los dumplings, pero metimos la pata hasta el fondo con un plato que habiamos visto en varias mesas y que a primer avista nos recuerdaban a los boquerones fritos. Nada que ver. Se trataba en realidad de peces gato de agua dulce pequeños y empanados, con un sabor a lodo al que no estamos acostumbrados.
Tras la cena, dimos un paseo por el parque. Como les gusta a los chinos iluminarlo todo como si de una eterna navidad se tratara. El caso es que el paseo es muy agradable, y las pagodas, aunque construidas antes de ayer, se ven imponentes en la noche.