Días 12 y 13: Traslado de Hong Kong a Bohol. Relax en la playa de Dumaluan.
Hicimos todo lo posible para incluir en nuestro itinerario unos días de descanso en la playa. Filipinas había sido una de las opciones que habíamos barajado como destino único de nuestro viaje, aunque, como no somos muy de playa, y nos tiraba más la idea de conocer un país y una cultura como la China, decidimos incluirlo como una simple etapa de nuestro viaje principal a China. La decisión no fue facil, pues no hacíamos más que oír maravillas de Filipinas, siempre con la sugerente idea de ser el último paraíso de sudeste asiático.
La verdad es que Bohol colmó con creces nuestras expectativas, pues cuenta con todo lo que alguien como nosotros puede buscar de un destino de playa que ofrezca algo más que sol y tumbona.
Es un destino barato, con unos servicios turístico muy preparados, aún por explotar, y cuenta con preciosas playas, un fondo marino espectacular, e interesantes excursiones por el interior para descubrir verdes paisajes, curiosos animales y la auténtica vida filipina.
Aunque tuvimos que descartar con mucho dolor visitar destinos más nombrados como El Nido, o Port Barton, para los día que teníamos la elección de Bohol fue todo un acierto. Eso si, no nos hubiera importado dedicar algún día más a la isla para dormir alguna noche en la zona interior de Loboc, o incluso conocer la región costera más al norte de Anda.
En total fueron 5 noches las que pasamos en Filipinas, 4 en la zona de Alona Beach de Bohol, y una última en Cebú, para tomar al día siguiente nuestro vuelo con destino a Shanghai.
Traslado de Hong Kong a Bohol, vía Cebú
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Vuelo de Hong Kong a Cebu
El traslado de Hong Kong a Bohol, vía Cebú, nos llevó más de medio día. Primero tuvimos que tomar un vuelo de la compañía Cebu Pacific, que conecta Hong Kong con la ciudad de Cebú. En principio el vuelo partía a las 09:40 y llegaba a las 12:35, pero a consecuencia del tifón Pakar que había ocasionado múltiples cancelaciones y retrasos el día anterior, el aeropuerto de Hong Kong estaba colapsado, y salimos con casi una hora de retraso. Afortunados fuimos, porque todos los vuelos del día anterior con destino a Manila o Cebú fueron cancelados por el tifón.
Los aviones de Cebu Pacific son muy modernos, pero se nota que es una Low Cost, y no sólo por el precio de los pasajes, sino también porque no ofrecen ni una botella de agua gratuita a bordo y el espacio entre asientos es bastante justo. El trámite de aduanas es rápido. Cambiamos algo de dinero en el Aeropuerto, pero como es de esperar el cambio no es el mejor (1 € son 56,87 P).
Ferri de Cebu a Bohol
Del aeropuerto al puerto de Cebú, desde el que salen los Ferris hacia Bohol, tomamos un taxi.
Hay que tener en cuenta que existen dos tipos de taxi, los amarillos y los blancos. Los primeros son algo más caros que los segundos. Enseguida nos damos cuenta al observar que, tan pronto sales del control del aeropuerto, te recibe personal de los taxis amarillos para ofrecerte sus servicios. Es verdad que con ellos no hay que esperar cola, pero nosotros como vamos con Martina tenemos ventaja, y tan pronto la policía aprecia nuestra presencia nos escoltan a la cabecera de la cola para que seamos los primeros en coger nuestro taxi blanco.
En un primer momento pensamos que lo hacen porque somos turista, pero no es así, pues acto seguido repiten la operación con una familia de locales que van con un bebe. Los taxistas tienen muy mala fama en Manila y Cebú, y por nuestra experiencia la tienen bien merecida. El nuestro intenta llevarnos por un camino más largo, lo que gracias a que vamos con el Maps.Me le recriminamos para su sorpresa. Además, nos mete sin preguntar por los muelles de carga del puerto previo soborno de 10 P al vigilante de la garita que nos hace pagar a nosotros. Bien pensado, quizás nos hizo un favor, y nos ahorró algo de atasco, y total estamos hablando de 0,20 €. Pero el caso, es que nos pareció mal encarado y muy listillo. El trayecto fueron 197 P.
Durante el camino, uno pronto se da cuenta que está en el sudeste asiático. Casas bajas y destartaladas, calles rotas y polvorientas, y un tráfico del demonio. Eso sí, salvo el taxista, da gusto ver la sonrisa y tranquilidad con la que se lo toman los Filipinos.
El taxista no dejó en la misma puerta del muelle nº 1, frente a las taquillas de Ocean Jet donde compramos nuestros billetes en bajo cubierta con aire acondicionado (500 P). Además, nos cobran luego 25 P de tasa por persona, y 100 P por las maletas que nos dicen que tenemos que facturar, aunque sólo una supera el peso y tamaño establecido. Martina no paga ni pasaje, ni tasa. Tenemos suerte, y casi no nos da tiempo ni a sentarnos en la terminal cuando ya estamos subiendo a bordo.
El barco es muy cómodo, y se agradece haber comprado el billete en primera, pues, aunque no se ve el paisaje, con el calor que hace a esas horas, se agradece el aire acondicionado. Las dos horas que dura el trayecto las pasamos viendo la película de Jackie chan que ofrecen. Está rodada en Hong Kong. Qué bonita se ve la vista desde el Victoria Peak, lo mismito que vimos nosotros el día antes.
Traslado desde Tagbilaran hasta Alona Beach
A la llegada a Tagbilaran, capital de la isla de Bohol, tenemos que regatear con los taxistas que allí esperan el precio del trayecto hasta Alona Beach. Estos son mucho más amables que los de Cebú, y sus coches no tienen nada que ver. Tienen 300.000 KM menos que los de la capital. Aunque nos cuesta un par de “cobras”, al final conseguimos convencer a un taxista para que nos lleve hasta el hotel por 500 P.
Nuestro alojamiento en Bohol
Llegamos bastante cansados al hotel (Scent of Green Papaya) donde nos reciben como auténticos reyes. Martina se convierte en la atracción, y uno por uno todo el personal del hotel pasa a saludarla y hacerla carantoñas. La pobre acaba algo aturdida, pero al ver la piscina se le quitan todos los males. No tenemos más remedio que ponernos el bañador y aprovechar los últimos rayos de sol bañándonos. Martina se lo pasa e grande.
Conocemos allí a una pareja de madrileños que nos ponen al día. Gracias a ellos sabemos que el mejor restaurante de Alona es el Farmville, que no nos podemos perder los fondos marinos de Balicasag, y que de camino a las Chocolate Hill hay una cascada muy chula que merece ser visitada.
Tras el baño, aprovechamos el servicio de shuttle del Hotel y salimos a cenar a Alona. Es tarde, y después de haber comprobado que el Farmville está cerrado ese día, no tenemos más remedio que cenar en un restaurante de barbacoa de los que hay al principio de la animada calle principal de Alona. La cena es regular, pero después de tantos días en China agradecemos comer carne a la barbacoa.
Tras la cena, vamos andando hasta a playa de Alona, que recorremos de extremo a extremo. El ambiente nos parece demasiado turístico. Da algo de grima ver a los occidentales que van a pasar allí sus últimos días acompañados de jovencitas filipinas que bien podrían ser sus nietas. De noche la playa parece bonita, aunque debe ser algo agobiante por el día con tanto barco en la orilla, y tanto bar y hotel sobre la arena.
Día 13: Relax en la playa de Dumaluan:
- Disfrutnado de la playa de Dumaluan, la White Beach de Panglado:
Después de tantos días de viaje sin parar nos merecíamos un día de absoluto relax para disfrutar de la playa, así que decidimos levantarnos muy tarde aquel día y tomarnos las cosas con mucha tranquilidad. Tras dar cuenta a nuestros imponentes desayunos, y con la buena experiencia vivida en moto por Yangshuó aún fresca, no dudamos en salir del hotel con la idea de alquilar una moto e ir a conocer la que dicen es la mejor playa de Alona, la playa de Dumaluan, también conocida como White Beach.
Nada más salir a la calle principal nos topamos con una agencia de viajes a cuya entrada hay aparcadas media docena de motos de 125 CC que se ven muy nuevas. Entramos a preguntar, y salimos con las llaves de la moto. El día son 400 P, y nos hacen dejar el carnet de conducir y un depósito de 500 P como garantía. La moto está muy nueva, apenas 5.000 KM, y va de maravilla. Martina cuando se da cuenta que vamos a subir en la moto, esboza una enorme sonrisa. Motorino, motorino!!!! grita entusiasmada. Lo primero que hacemos es echar gasolina (45 P/L) y tomar la carreta camino de Dunaluam, a escasos 10 KM al norte de Alona.
Hay dos accesos desde la carreta hasta la playa de Dumaluan. El más cercano desde Alona a la altura de los hoteles South Palm Beach, Bohol Beach Resort y Dumaluan Beach Resort. Y otro un kilómetro más adelante, que da acceso al Amarela Resort. Nosotros elegimos la primera opción, lo que te obliga a pagar entrada y tener que dejar la moto aparcada en el parking que al efecto tiene montado el Dumaluan Beach Resort (75 P en total).
Una vez allí, puedes bañarte libremente en la playa y dejar tu toalla en la orilla, o alquilar una caseta para hacer picnic en el propio Dumaluan Beach (Desde 250 P por cabaña), opción esta última muy elegida por los Filipinos que aducen allí con toda la familia para pasar el día.
Antes del baño, decidimos recorrer la playa andanada en dirección al South Palm. Esta zona de resorts está mucho más cuidada. La verdad es que la playa es una auténtica pasada, con aguas cristalinas, verdes palmeras y una arena tan blanca como el algodón. Eso sí, conviene tener muy en cuenta las mareas antes de ir (http://www.tablademareas.com/as/philippines/cebu) , pues con la marea baja la playa queda muy deslucida, llegando incluso a ser difícil el baño porque apenas cubre. Nosotros tenemos la suerte de cogerla con marea alta, y además en época de mareas flojas.
De vuelta, al pasar frente al Bohol Beach Resort, vemos un par de tumbonas libres y no resistimos la tentación de “okuparlas”. Sabemos que en cualquier momento vendrá alguno de los varios vigilantes del hotel a pedirnos que nos marchemos, pero nos da igual, porque estamos dispuestos a pagar los 1.000 P/Persona que cobran por utilizar las instalaciones, incluyendo 650 P para gastar en su restaurante.
El caso es que dejamos allí las cosas, y nos fuimos a bañar. Nadie en todo el día nos dijo absolutamente nada, así que tuvimos la suerte de poder disfrutar de la playa desde nuestras confortables tumbonas como unos huéspedes más.
La verdad es que la mayor parte de la mañana nos la pasamos a remojo, disfrutando de esas cristalinas y cálidas aguas. No daban ganas de salir. Más viendo el fondo marino lleno de corales, peces, incluidos muchos Nemos, y cantidad de estrellas de mar. Una pena que Martina aún no sepa bucear. Aun así se lo pasa en grande con sus manguitos.