Días 1 y 2.- Madrid-Tokio. Vuelo y llegada a Tokio
La experiencia de volar a Tokio con un Bebé
Al tiempo de preparar el viaje, una de nuestras primeras preocupaciones era que la niña pudiera viajar en cuna. Lufthansa anuncia en su página web que en sus vuelos intercontinentales pone a disposición de los pasajeros que viajan con bebes, con un peso inferior a 14kg y una longitud de hasta 83 cm, cunas de forma gratuita.
El problema es que para garantizar la cuna, según me dijeron hay cuatro por avión, hay que reservar los asientos que llevan asignado posibilidad de colocar una cuna, que son los que están en las cabeceras, ya que es en la pared de la cabecera donde se coloca la cuna.
El caso es que para reservar esos asientos te exigen pagar ¿?, en nuestro caso unos 100 € por trayecto. Como nos parecía una tomadura de pelo les dije que no pensaba pagar la reserva de los asientos, eso sí, que tomaran nota que viajábamos con un bebe, y ellos verían luego si se arriesgaban a que un bebe de 5 meses no viajara en cuna, con lo que para el resto del pasaje puede suponer eso.
Así lo hicieron, pues tanto a la ida como a la vuelta nos asignaron los asientos con cuna, y lo mejor de todo, dejaron un asiento libre para nosotros dos, con lo que íbamos en una fila de tres asientos mi mujer y yo, y delante nuestra hija en su cuna.
Nuestra segunda preocupación era saber cómo iba a llevar el vuelo Martina, y la verdad es que fue una maravilla, en ambos trayectos se pasó durmiendo gran parte del vuelo, entre lo cómoda que es la cuna y el zumbido de los motores la niña tenía más sueño que nunca, y cuando no estaba dormida estaba muy tranquila, comiendo y jugando.
Ni se enteró de los despegues y aterrizajes. Fue todo mucho más fácil de lo que cabía esperar. A la ida el único bebe del avión era nuestra hija, a la vuelta había dos bebes más, con lo que se juntaron en la misma cabecera tres cunas, y la verdad es que los tres se portaron fenomenal y no dieron guerra ninguna.
Por lo demás el vuelo fue perfecto, puntual con un servicio de comidas y entretenimiento correctos. Por cierto, en Frankfurt han eliminado las salas que tenían en la zona de embarque con café y té gratuitos, una pena.
A la llegada al Aeropuerto de Narita pronto nos damos cuenta que estos Japoneses lo tienen todo muy preparado y pensado. En el control de pasaportes, en cuanto ven que vamos con un bebe y tras un par de reverencias, nos acompañan al acceso previsto para el cuerpo diplomático, lo que nos ahorra por lo menos 45 minutos de cola que el resto de mortales tenía que espera para pasar el control.
Esto de viajar con un bebe tiene sus ventajas. Por si quedaba alguna duda de que Japón es un destino muy preparado para los bebes, tras el control de pasaportes vamos al baño, que como siempre tiene una zona especial para bebes con sillones de lactancia, cambiadores y demás facilidades, y además en este caso cuenta a con un grifo especial para biberones que dispensa agua a la temperatura exacta. Todo son facilidades.
Llegada a Tokio y traslado en tren hasta Ueno
Para trasladarnos hasta nuestro hotel optamos por la línea de tren Keisei (1.030 JPY). Siendo nuestro destino al barrio de Ueno era la opción más económica, y casi tan rápida como la línea express Skyliner (30 minutos menos y 900 JPY más).
En 70 minutos estábamos en la estación de Keisei de Ueno. Ojo, en Ueno hay varais estaciones separadas entre si: la estación de metro de UENO, la estación de tren JR UENO (Linea circular Yamanote, Shincasen a Kioto, tren local a Nikko) y la estación de tren Keisei que comunica con el aeropuerto de Narita.
Lo primero que notamos al salir de la estación es que hace un calor muy intenso, de hecho nos asustamos un poco, pero afortunadamente fue ese el día que más calor hizo de todos.
Desde la estación al hotel apenas hay 15 minutos andando. De camino tenemos nuestro primer contacto con la animada calle Ameyoko, llena de tiendas, tenderetes y restaurantes.
Ya en el hotel (Sardonyx Ueno) nos empezamos a dar cuenta de lo cuadriculados que en algunas ocasiones son los japoneses, son las 11:30 de la mañana y hasta las 14:00 no nos dejan hacer el Check-in bajo ningún concepto.
Menos mal que finalmente se apiadaron de nosotros y, después de consultarlo con el encargado, la recepcionista nos confirma que de forma excepcional, teniendo en cuenta que vamos con un bebe, nos permitirán ocupar nuestra habitación a las 13:00 horas…, madre mía lo que les costó ceder, y eso que fue sólo una hora… En fin, dejamos las maletas en la recepción y nos dispusimos a dar una vuelta por el barrio para hacer tiempo, con más cansancio que ilusión en el cuerpo.
Con el calor que hacía optamos por entrar a dar una vuelta a un centro comercial e intentar comprar pañales en el supermercado (Llevábamos un paquete en la maleta, pero no estaba de más comprar otro). El caso es que preguntamos, bueno más bien les enseñamos un pañal que llevábamos en el carrito, y resulta que vendían de todo menos pañales. Como la dependiente nos vio contrariados, llamó a un reponedor que había por allí y nos dijo que el nos acompañaría hasta una droguería cercana. El pobre hombre nos acompañó amablemente por las calles de Ameyoko más de 15 minutos hasta que llegamos a la droguería… estas cosas no pasan en España… nos despedimos de él agradecidos, intercambiamos reverencias varias, y todo para que al final en esa droguería tampoco vendieran pañales.
Cansados del viaje y de buscar pañales sin sentido, nos dispusimos a comer algo antes de volver al hotel. Visto lo visto optamos por estrenarnos con un restaurante de Sushi giratorio en Kasuga Dori (Perpendicular a Aneyoko en dirección sur) que fue todo un acierto.
El caso es que ese día no lo disfrutamos del todo por el cansancio, quizás hubiéramos hecho mejor eligiendo algo de comida caliente, pero el caso es que el restaurante fue todo un acierto. Las piezas de sushi se preparan in situ por 4 cocineros que hay detrás de la barra y se van colocando por parejas en unos platos que a su vez se colocan en una cinta transportadora que gira alrededor de la barra. Los platos son de colores, de forma que cada color se corresponde con un precio (120 JPY a 400 JPY). También tienen sopa de miso con almejas que cuesta un poco de asimilar en un primer contacto. Al terminar te cobran en función del número de platos y de sus colores que tengas sobre tu sitio.
La barra dispone además de grifo del que sale agua caliente para hacerte té verde gratuito, y como siempre, hay jarras de agua helada dispuestas para los clientes.
Llegamos de vuelta al hotel a las 13:00, y como habíamos pactado nos permitieron hacer el chek-in. La habitación era tal cual sale en las fotografías de la web del hotel, todo correcto y limpio, sin grandes lujos pero funcional. Cogimos la cama con más deseo que nunca, y nos echamos los tres una larga y reponedora siesta hasta entrada la noche.
A las 20.00 después de la ducha de rigor, nos fuimos a cenar algo por el barrio de Aneyoko. Elegimos un sitio de comida a la parrilla que hay justo frente a la estación JR de UENO. Se trata de unas hoyas de acero fundido que se llenan con carbón, y sobre las que se pone una parrilla. Cada mesa tiene su parrilla, que se coloca debajo de un tubo extractor. Luego eliges la carne cruda al gusto, que te sirven con salsas y encurtidos para que las hagas tú mismo. No estuvo mal.
Tras la cena, vuelta al hotel a dormir que ya estamos deseando empezar a explorar la ciudad.