Día 10: St. Lucia – P.N. Hlane en Suazilandia (Esuatini)
Por delante teníamos algo más de 280 KM de carretera hasta llegar a nuestro siguiente destino, el Parque Nacional de Hlane en el pequeño y desconocido país de Suazilandia (Desde 2019 llamado Esautini). Parecen pocos kilómetros, pero entre el paso fronterizo y las malas condiciones de las carreteras de Suazilandia, tardáramos casi 5 horas en hacer el recorrido.
– Recorrido en coche desde St. Lucia, hasta el Parquen Nacional de Hlane en Suazilandia (Esuatini):
Hasta la frontera con Suazilandia la carretera es buena, y el trayecto se hace ameno, a lo que ayuda el avistamiento de varias jirafas que andan cerca de la carreta a su paso por la Reserva de Pongola. Son las primeras jirafas que vemos y nos hace mucha ilusión encontrarnos con estos animales tan elegantes y magestuosos.
Ya en el paso fronterizo de Golela (Lavumisa) hay que parar para hacer los trámites de rigor. Llevábamos preparado el certificado de nacimiento de Martina con su traducción al inglés, así como la autorización de la empresa de alquiler para circular con el coche por Suazilandia, documentos que habíamos leído eran imprescindibles para cruzar la frontera. No nos pidieron nada, y no fue precisamente porque la funcionaria que nos atendió fuera un encanto de señora, más bien todo lo contrario. El caso es que sólo nos hicieron rellenar las solicitudes de visado y pagar la tasa (50 ZAR). A cambio recibimos orgullosos un nuevo sellito para lucir en nuestros pasaportes.
Tan pronto como se cruza la frontera se hace muy evidente que el nivel económico de Suazilandia nada tiene que ver con el de su vecina Sudáfrica. Resulta, además, que de todas las zonas que recorrimos del país esta es la más subdesarrollada. Desde la carretera pueden verse las humildes Rondavels (chozas redondas de paja y adobe) que les sirven de casa, junto con las curiosas cercas de grandes troncos con el que construyen los corrales de ganado. Economía familiar de subsistencia.
La carretera MR8 que sube hacia el norte la verdad es que es bastante buena, el problema es que la vía más corta para llegar hasta Hlane es tomando luego la carretera MR16, que está actualmente en obras. De hecho, al tiempo de hacer la reserva desde el Parque nos recomendaron dejar de lado la MR16 y continuar por la MR8 dando un rodeo de poco más de 60 KM. El caso es que nosotros decidimos arriesgarnos y tomamos la MR16, y en qué hora.
Aquello era un polvoriento camino de tierra, completamente descarnado y lleno de enormes piedras. Creo que la velocidad máxima que alcanzamos fueron 20 KM/h. Suerte que al menos no pinchamos.
– Tarde de relax en el campamento del Parque Nacional de Hlane:
Llegamos a Parque Nacional Hlane (Entrada 150 ZAR) pasada la hora de comer y bastante cansados del viaje. Eso sí, en cuento vimos nuestra cabaña y lo bonito del parque todos los males desaparecieron. Después de tanto bote y polvo de la carretera aquello era un auténtico remanso de paz.
Pasamos gran parte de la tarde sentados frente al estanque que hay junto a la cafetería del Parque desde donde es fácil ver Hipopótamos, Rinocerontes y antílopes que acuden allí a beber.
Para suerte de Martina, coincidimos allí con una pareja de Barcelona que viajaban con su hijo Sergio, que tenía la misma edad que nuestra hija y casi tantas ganas como ella en jugar con otros niños. Los dos se lo pasaron en grande jugando juntos.
Lo mismo daba que pasara por allí un Rinoceronte, que ellos estaban a sus juegos con la arena sin querer saber nada de animales. Los padres venia de hacer la Ruta Jardín no muy entusiasmados, y se quejaban de los comentarios que había leído, y con los que no estaban nada de acuerdo, sobre el mal estado de las carreteras en Sudáfrica y la inseguridad de circular caída la noche.
Por si teníamos pocas distracciones, de repente llegó al Parque una comitiva de flamantes 4×4, escoltados por la policía y acompañados de una ambulancia. Por lo visto era uno de los numerosos hijos del Rey de Suazilandia que aquel día había decidido ir allí a emborracharse con sus amigos. Por lo visto el actual Rey de Suazilandia tiene 15 esposas y 35 hijos reconocidos. Había que ver al personal del Parque corriendo raudos y veloces al encuentro para atender al príncipe y su comitiva, todo ellos ataviados con trajes y taparrabos típicos del país.
Por un momento nos creímos dentro de la película del Príncipe de Zamunda, si no fuera porque el susodicho era tres veces más gordo que Eddie Murphy.
Si por el día las instalaciones del Parque son bonitas, por la noche con todo iluminado a base de quinques de aceite la cosa se convierte en mágica. Y es que, en el Parque no hay suministro eléctrico, salvo en restaurante y la recepción. Las bonitas cabañas y los caminos interiores los iluminan por la noche a base de lámparas de aceite que le dan al ambiente un toque romántico que hace más recomendable si cabe su visita.
Cenamos en el Restaurante del Parque Hlane que ofrecía esa noche Buffet (190 ZAR pax). La carta estaba aquella noche reservada para el príncipe heredero y sus amigotes. Una pena, porque como suele pasar, el buffet resultó bastante corrientito. A todo esto, Martina seguía para entonces jugando con su nuevo amigo, de quien no se separó hasta que no nos apagaron las luces del restaurante ya muy entrada la noche. Aún hoy Martina nos pregunta alguna vez que será de su amigo Sergio, con el que compartió aquella tarde de juegos.
Por cierto, olvidamos por descuido la funda de nuestra cámara réflex con un objetivo dentro en las hamacas que había junto al estanque. A la mañana siguiente el amable guardia de seguridad del parque nos lo tenía guardado. Todo un detalle.
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