Día 16: P.N. Kruger (Campamento de Olifants). Tercer día de Safari. Desde Lower Sabie a Olifants avistando los Big Five en Kruger.
Hoy por fin completamos nuestro Big Five en Kruger. Si dias atrás habiamos disfrado de elefantes, rinocerontes y bufálos, hoy el era el turno del lepardo y el león.
– Madrugar, el mejor consejo para para completar un safari por Kruger viendo los Big Five:
Eran las 5:45 de la mañana, y ya estábamos desayunados y metiendo a la pobre Martina dormida y con el pijama en el coche. Para nuestro asombro, resultó que había una enorme cola de coches en la puerta esperando ansiosos la apertura de puertas. Nosotros decidimos salir en dirección a la carretera S128, donde dos días antes habíamos visto el chacal y la cobra, y donde según el panel de avistamientos se habían visto leones el día anterior.
Al poco de salir, vimos un parque de coches con enormes objetivos sobresaliendo de sus ventanas en dirección de un árbol. No dudamos en pararnos y preguntar. Se suponía que había un Leopardo detrás de una de las ramas del árbol. Por más que nos señalaban la rama nosotros no veíamos nada. El caso, es que mientras andábamos concentrados en busca del leopardo pasó al lado del coche una hiena de la que se percató la todavía somnolienta Martina. La verdad es que la hicimos poco caso, porque en ese momento sólo nos preocupaba ver el leopardo.
Cuando ya lo íbamos a dejar por imposible, vimos moverse una rama, y detrás de ella un leopardo bajando del árbol. Apenas tuvimos tiempo para hacer una foto, en la que se adivina únicamente parte del cuerpo entre las ramas. Estuvimos un rato más, pero se conoce que el leopardo había decidido buscar otro árbol donde descansar, y todos decidimos continuar nuestro viaje en busca de otros animales.
Poco tuvimos que buscar antes de encontrarnos con otro de los Big Five que nos faltaban. Un imponente león macho a escasos veinte metros nuestra. Martina no salía de su asombro. Una pena que el león tuviera tanta prisa y se dejara ver tan poco tiempo antes de ocultarse en la Sabana.
No podíamos creerlo. En menos de una hora habíamos visto ya un leopardo y un león. Pero, por si fuera poco, nuestros vecinos de Hut que andas parados en el arcén, nos señalan a lo lejos un guepardo. A este si que no nos dio tiempo si quiera a hacer la foto, pero en nuestro recuerdo quedará para siempre la imagen de ese flamante Guepardo saltando por la sabana. Ya nos podíamos ir tranquilos de Kruger, había merecido la pena el madrugón, por fin habiamos contemplado nuestro particular big five en el Kruger.
– Recorrido en coche desde Lower Sabie al campamento de Olifants:
Con los deberes hechos, y siendo las aún las 08:00 de la mañana, antes de volver a Lower Sabie para hacer las maletas y poner rumbo al Campamento de Olifants donde teníamos previsto pasar esa noche. De camino por la H10, hicimos una primera parada en el bonito mirador de Mlondozi. Allí, estuvimos un rato detrás de un coche donde sus cuatro ocupantes miraban excitados un árbol. Nosotros pensamos que debía haber un leopardo, hasta que nos dimos cuenta que lo que llamaba la atención a los ocupantes del coche no eran los mamíferos, sino las aves. Estaban pajareando, y es que no todo el mundo en Kruger anda buscando leones y leopardos.
También nos bajamos un par de veces a estirar las piernas en el mirador de Nkumbre, y en Orpen Dam, hasta que llegamos a la zona de picnic de Tshokwane, donde aprovechamos para desayunar nuevamente en la terraza de su restaurante.
Según nos íbamos acercando al campamento de Satara el paisaje iba cambiando. Todo empezaba a ser más árido, más llano, y con mucha menos vegetación. La sabana le iba ganando terreno al bosque, lo que aumenta el campo de visión y hace más fácil ver felinos por esta zona. De hecho, esta zona se conoce como tierra de felinos. El caso es que el nombre lo tiene bien merecido, porque nosotros conseguimos ver una leona muy de cerca, que luego resultó estaba cuidando a unos cachorros rio abajo. Como se trata de una zona donde el agua escasea, es más fácil también ver grandes concentraciones de animales junto a los estanques y riachuelos.
Decidimos dejar el campamento de Satara para el día siguiente, y continuamos camino hacia Olifans para intentar llegar con tiempo para la comida, topándonos con más depradores: una Hiena que venía de cobrarse una presa, y después con un imponente águila.
– Llegada al campamenteo de Olifants. Primeras impresiones, alojamiento y restaurante:
El campamento de Olifants resultó ser un auténtico remanso de paz, y la cabaña que nos dieron una auténtico lujo. Es cierto que en los alrededores de Olifants en aquellas fechas el volumen de animales es muy inferior a de Lower Sabie o Sukuza, pero se compensa con la tranquilidad que se respirar en el pequeño Campamento al que no le falta un detalle, y unas vistas desde su mirador al rio Olifants que quitan el hipo.
Comimos estupendamente en la preciosa terraza del restaurante de Olifatns, antes de salir de nuevo a vichear aprovechando las últimas horas de sol que, como días atrás, nos tenían reservada una sorpresa. En este caso, se trató de un Leopardo, que nos encontramos en medio de la carretera a escasos kilómetros del campamento. Cuando lo vimos a lo lejos pensamos que era un león, pero al acercarnos, comprobamos que era un leopardo, que tan pronto nos vio acercarnos salió disparado. Una pena porque entre la poca luz que había ya, y lo huidizo del animal apenas pudimos fotografiarlo. Entre unas cosas y otras llegamos tarde. Eran las 18:20 y las puertas del campamento estaban ya cerradas a cal y canto. La vigilante cuando se percató de nuestra presencia nos dejó entrar, no sin antes echarnos una bronca de cuidado, y hacernos firmar en un parte de infractores por llegar tarde. Si finalmente nos libramos de la multa de rigor fue gracias a Martina. La dijimos a aquella ruda señora que habíamos tenido un problema con la niña que se había mareado y había estado vomitando, y por eso no habíamos podido llegar a tiempo. No sé si se lo terminó de creer, pero al ver a Martina se le hablando el corazón.
Aquella noche disfrutamos más que nunca de nuestra barbacoa en la cabaña, y del espectacular cielo estrellado que había aquella noche. Había sido un día redondo, y dormimos a pierna suelta sabiendo que habíamos completado nuestro ansiado Big Five en el Parque Nacional de Kruger.