Día 7.- Chiang Mai. Poblado Khun Chan Kian Hmong, Doi Suthep y Tiger Kingdom
Siguiendo el itinerario previsto, salimos del hotel con la intención de contratar un taxi para hacer la excursión de Doi Suthep y la aldea Hmong Khun Chan Kian.
Quizás no fue buena idea buscar el taxi en la ciudad antigua, pues no vimos ninguno, así que pronto optamos por buscar un medio de transporte alternativo y comenzamos a preguntar a las Songteaw que nos íbamos cruzando. Con la excusa de que el poblado Khun Chan Kian estaba muy lejos, las primeras Songteaw que paramos no accedían a llevarnos por menos de 2.000 Bahts, lo que nos parecía una auténtica locura, hasta que a la cuarta intentona el conductor aceptó hacernos el itinerario durante todo el día por un precio mucho más razonable de 750 Bahts.
Visita del Poblado Hmong de Khun Chan Kian
Lo habitual es aprovechar la excursión a Doi Suthep para visitar la aldea Hmong de Ban Doi Pui, a 7 KM, parando en su caso a mitad de camino en los jardines del palacio Bhubing.
El caso es que todo el mundo hablaba del poblado Ban Doi Pui como una auténtica turistada así que, empujado por un relato que recomendaba mucho otra aldea, la de Khum Chan Kian, situada 8 KM más alante, decidimos proseguir carretera arriba. Había leido como, de forma apasioanda, se pintaba esta aldea como un auténtico poblado Hmong, nada intoxicado por el turismo por su muy difícil acceso, y enclavado en un entorno de ensueño.El caso es que resultó siendo una gran decepción.
Ni el lugar era tan inaccesible como había leído, ni el paraje tan hermoso, ni aquello era una auténtica aldea Hmong alejada del mundo exterior.
La semana antes de partir a Tailandia habíamos estado en la aldea de los abuelos de mi mujer en la Ribeira Sacra (Orense), que nos resultó mucho más bonito, más auténtico y más inaccesible que aquello. Tampoco se trataba de compararlo con Sapa, zona montañosa salpicada de poblados Hmong y plantaciones escalonadas de arroz al norte de Vietnam que visitamos años antes, pero ciertamente esperábamos algo más que una aldea más de montaña con techos de uralita, en un paraje agradable por donde paseaba alguna señora con vestimenta Hmong.
Dimos una buena vuelta por la aldea, y nos tomamos un café en una especie de bar que tenían preparado para los turistas.
Volvimos sobre nuestros propios pasos en dirección a Doi Suthep parando en alguno de los miradores que hay dispersos por la carretera.
Visitando el templo de Dou Suthep
Una vez en el aparcamiento del templo de Doi Suthep (S. XIV) se nos planteaba la disyuntiva de ascender andando hasta el mismo a través de sus 306 escalones, o bien salvar el desnivel utilizando el funicular que tienen instalado a pie de carretera (30 Bahts).
Quizás en otro momento de nuestra vida hubiéramos decidido subir andando, pero llevando a la niña, aquella escalinata se nos hacía insalvable con los 12 kilos de Martina a cuestas.
Una vez ascendidos, nos quitamos los zapatos y comenzamos a disfrutar de la visita, que con razón es considerada una atracción obligada para todo aquel turista que pare en Chiang Mai, y uno de los templos más venerados de Tailanda.
Se trata de un templo muy coqueto, donde todo aparece cubierto de pan de oro, y del que destaca su estupa central con sus bonitos y fotogénicos paraguas dorados en sus esquinas.
A la entrada del recinto se puede ver un elefante blanco que representa la leyenda del templo, y es que se cree que su ubicación actual fue elegida por un elefante blanco enviado con la misión de llevar una reliquia sagrada hasta el emplazamiento que considerara más idóneo. Cumpliendo su cometido, tan pronto llegó al punto donde hoy se levanta la estupa, dio tres vueltas sobre si mismo y cayó muerto.
Merece mucho la pena pasar un buen rato dando vueltas a la estupa en el sentido de las agujas del reloj, sin perder detalle de como los tailandeses realizan sus rezos y ofrendas. Tuvimos mala suerte, pues durante la visita nos llovió algo, y la niebla impidió disfrutar de las buenas vistas que se supone hay sobre la ciudad de Chiang Mai.
Después de un buen rato deleitándonos con el templo, nos dispusimos a bajar al aparcamiento, esta vez sí por la escalinata principal, y ya en el Parking, aprovechamos para tomarnos el primer creppe de banana y nutella del viaje (50 Bahts).
Templo de Wat Phalad en Chiang Mai
Tenía apuntado que de camino de vuelta a Chiang Mai, antes de abandonar el Parque Nacional, había un pequeño templo muy poco conocido pero digno de visitar.
El templo en cuestión se llama Wat Phalad, y por mucho que lo buscamos y preguntamos no conseguimos encontrarlo, aunque el conductor del Songteaw se empeñara en intentar contentarnos asegurándonos que el templo que buscábamos era este otro ubicado a pie de carretera.
Centro de recuperción de Tigres. Tiger Kingdom de Chiang Mai
Proseguimos nuestro camino hasta el Tiger Kingdom sin tener nada claro si el lugar nos gustaría.
Como sucede con todo este tipo de atracciones las opiniones son encontradas. Por un lado están quienes encuentran este tipo de centros apasionantes, oportunidad única en el mundo de disfrutar de la compañía de estos magníficos animales, fotografiarse de cerca con ellos y colaborar así en su supervivencia. Por otro, aquellos que ven detrás un auténtico negocio, sin otro ánimo que no sea el de lucro, en el que los animales son lo menos importante.
Después de visitarlo no podemos negar que aquello está montado para sacar el dinero a los turistas, y ello sin quitarle mérito a la difícil labor necesaria para ello de adiestrar a estos fieros animales. Como si de un McDonald´s se tratara, a la entrada del recinto tiene expuestos los distintos packs de visita con sus precios y ofertas especiales.
Al ir con un bebé sólo está permitida la visita de los tigres más pequeños (recién nacidos y bebes), con lo que finalmente decidimos no entrar a las jaulas y dar en su lugar un paseo por la zona que tienen abierta al público desde la que se ven las jaulas de los tigres mediados y grandes. Nos tomamos un par de Mango Shake en su restaurante donde Martina disfrutó de su merienda viendo a los felinos desde la barrera.
Cenando en el Restaurante River Side de Chiang Mai
De vuelta en el hotel, después de descansar un rato, salimos a cenar con la idea de hacerlo en el famoso restaurante River Side.
Nada más salir del hotel paramos un Songteaw, con el que pactamos el traslado por 50 Bahts después de negociar bastante. El caso es que al llegar al restaurante, le di al conductor 100 Bahts, quien con mucho morro y gesto de ¿no pensaríais que os iba a traer por 50 Bahts? nos devolvió únicamente 20 Bahts y se dispuso a largarse con premura del lugar. Al darnos cuenta del engaño, le abrimos la puerta del copiloto con el coche ya casi en marcha, y nos encaramos con él hasta conseguir que nos diera el cambio correcto. No se trataba de discutir por los 30 Bahts (menos de un euro) que no llevan a ningún sitio, pero no podemos permitir que nos intenten tomar el pelo por turistas y tratarmos como si fueramos tontos.
Tuvimos suerte, y aunque el restaurante estaba lleno de gente y no habíamos reservado, el encargado en cuanto nos vio con la niña nos ofreció una buena mesa en la planta baja, con vistas al rio y lo suficientemente cerca del escenario como para disfrutar de la música en vivo. Cenamos un menú infantil de espaguetis que a Martina se le quedó muy corto, un curri rojo de pato, un cangrejo frito muy bueno, arroz, dos cervezas, y como nos lo estábamos pasando tan bien, terminamos con dos mojitos (1.125 Bahts).
Lo mejor del restaurante, sin duda, no son ni la comida, ni sus vistas al rio, lo mejor es el ambiente y la música en directo que nos pareció de mucha calidad.
