Día 11.- Ao Nang: Excursión Railay
Por fin hoy si íbamos a poder disfrutar de la peninsula de Railay y sus playas.
Desde el hotel, mientras desayunábamos, ya podíamos ver al otro lado de la carretera como los dueños de los Longtails esperaban a los turistas para acercarlos a Railay.
Se nota que es temporada baja, y tenemos que esperar media hora bajo un árbol hasta que los marineros consiguen reunir a ocho turistas con los que llenar un Longtail y poder partir. El precio es de 100 Bahts por persona, y el trayecto se hace demasiado corto para lo bien que lo estábamos pasando surcando la costa.
Martina disfrutó como una enana sintiendo el aire y el agua en su cara, aún recuerdo su sonrisa, creo que para ella fue uno de los mejores momentos del viaje.
Playa de Ao Pranang en Railay
Aunque en un primer momento el marinero quiso desembarcarnos en Railay West, la playa más cercana a Ao Nang, por aclamación unánime de los pasajeros no tuvo más remedio que desistir y llevarnos hasta la playa de Ao Pranang, la más bonita de Railay y casi de todas las que vimos en el viaje sino fuera porque el agua no estaba todo lo limpia y cristalina que cabía esperar.
Cuando llegamos la marea estaba alta, y tuvimos suerte de que el pescador nos dejó en el extremo más tranquilo de la playa, lejos de la cueva y acceso a pie desde Railay East, con lo que cuando llegamos prácticamente estábamos solos.
Los acantilados laterales de piedra caliza y, la frondosa vegetación, que cubre la playa casi hasta su orilla, contribuyen a realzar su aspecto salvaje y paradisiaco, aparte de hacer las veces de práctica sombrilla vegetal para los bañistas.
El colofón a tanta belleza se levanta sobre el mar a escasos metros de la costa, es la Happy Island (Koh Nok), que en forma de mole cubierta de vegetación parece flotar sobre el mar. Se supone se puede llegar hasta ella andando cuando baja la marea. A
demás, como si la cosa estuviera premeditada, siempre hay un Longtail solitario estratégicamente colocado frente a la misma que hace de su fotografía una de las imágenes más repetidas de Tailandia.
Pasamos gran parte de la mañana en esta fabulosa playa, casi más tiempo dentro del agua que fuera, pues la temperatura es tan cálida que no da ninguna pereza meterse.
Aunque no llegamos a probarlo, un Longtail amarrado ofrece todo tipo de bebidas y snack a buenos precios.
Cueva de Tham Phra Nang Nok
En el otro extremo de la playa se encuentra la famosa cueva de Tham Phra Nang Nok (Cueva de la Princesa Sagrada), dedicada a la diosa de la fertilidad, razón por la cual esta llena de falos de madera, a modo de lingams (representación del dios hindú Shiva).
Según la leyenda, Phra Nang era una princesa India que murió allí en un naufragio, y desde entonces los pescadores hacen este tipo de ofrendas en el lugar para evitar sufrir una tragedia en el mar.
Justo encima de la cueva los escaladores aprovechan el muro vertical de piedra caliza para practicar escalada libre siguiendo alguna de las muchas vías que hay abiertas.
Pasado el mediodía decidimos ir a explorar el resto de la peninsula, así que nos adentramos por el camino que sale junto a la cueva y comunica Ao Pranang con la bahía de Railay East.
El camino, de no más de 15 minutos, está lleno de monos que viven de lo que consiguen, con mejores o peores artes, de los turistas.
Railay East
Había leído que Railay East era un lodazal horroroso. Es verdad que al ser una zona de manglares no apetece demasiado el baño, pero la bahía en si nos pareció preciosa.
Esta es la zona donde el alojamiento es más barato, y en la que desembarcan los barcos que llegan desde Krabi y Phi Phi. Vimos un par de tiendas bien surtidas y una farmacia.
Aprovechamos para comer algo en el agradable restaurante del hotel Sunrise Tropical Resort. Tomamos, como no, un par de Shakes (Papaya y Moca), un cangrejo con curri indio buenísimo y un arroz frito por 380 Bahts. Nos pareció muy bueno y bien de precio.
Railay West
Tras la comida, tomamos el camino que parte junto al hotel y que comunica, en 20 minutos Railay East con Railay West, atravesando diversos complejos hoteleros, otra farmacia y un supermercado.
Railay West, la bahía opuesta de la península y más cercana a Ao Nang, es la otra zona donde se sitúan el resto de hoteles y servicios.
La marea en esta zona es muy viva, y si durante la marea baja, como cuando llegamos, la zona de arena es muy amplia, en marea alta la zona se queda prácticamente sin playa. Desde aquí, ya atardeciendo, esperamos un rato hasta llenar un Longtail para volver a Ao Nang (100 Bahts por persona), y completar así un día fantástico de playa.
Ya en Ao Nang, nos acercamos al hotel a descansar un rato y cambiarnos, hasta que caída la noche volvimos a dirigir nuestros pasos a Ao Nang Beach para contratar para el día siguiente la excursión a las Islas Hong y cenar algo. Después de haber sondeado el mercado la tarde anterior, no nos costó demasiado concertar la excursión en speedboat por 800 Baths por persona, incluyendo la recogida en el hotel y la comida, pero con las entrada al parque nacional aparte (300 Bahts por persona que se pagan allí directamente).
Como Martina estaba dormida en el cochecito, aprovechamos la ocasión nuevamente para buscar un sitio donde darnos un masaje, y nos dirigimos al extremo izquierdo del paseo marítimo donde el día anterior habíamos visto unos cuantos centros de masaje con buena pinta. Aunque no era nuestra primera opción, terminamos en el BF Massage que era el único que a esas horas permanecía abierto, donde nos dimos dos muy buenos masajes de una hora, uno thai y el otro de cabeza, cuello y hombros, por 300 Bahts cada uno, incluyendo en el precio el ruido de las olas que rompían sobre la playa.
Contentos y relajados, nos recorrimos todo el paseo marítimo en dirección al hotel sin encontrar ningún restaurante que nos atrajera. Y no será porque no hay restaurantes, y todos con ganchos a las puertas agobiándote para entrar. Cansados de buscar, ya casi en el hotel, terminamos cenando en el Blue Mango, un italiano bien montado que esa noche tenía en oferta un menú a base de pizza, pasta y helado por 200 Bahts por persona, cerveza incluida, que estuvo muy bien para el precio. Eso sí, si no fuera por la oferta, que a buen seguro sólo hay en temporada baja, la carta del restaurante nos pareció bastante cara.