Días 17 y 18.- Bangkok (Wat Suthat, Loha Prasat, Klong Saen Saep) – Madrid.
El vuelo a Madrid salía a las 17:10 horas, así que que intentamos estirar ese día lo máximo para aprovechar hasta el último momento.
El plan era ver los tremplos más destacados de esa zona de la ciudad, acercarnos al Klong Saen Saep y coger a la altura de la Golden Mountain su famoso barco hasta la parada de la Casa de Jim Thonson, donde nos bajaríamos para terminar de hacer nuestras últimas compras en el MBK antes de volver al hotel para recoger la maleta y salir dirección al aeropuerto.
Wat Suthat (El Templo del columpio gigante)
Nuestra primera visita del día fue el Wat Suthat, al que nos acercamos en taxi desde el hotel (50 Bahts).
El lugar es también conocido como el Templo del Columpio Gigante, y es que en el exterior hay un enorme columpio rojo de madera de teca del que sólo queda su estructura. Se empleaba en una ceremonia brahmanica anual en la que se agradecían a Shiva los resultados de la cosecha de ese año y se le pedía su bendición para el año siguiente.
La ceremonia terminaba con varios sacerdortes subidos al columpio intentando hacerse con la bolsa de monedas que se colocaba en la parte alta de uno de sus pilares. El asunto acabó por cobrarse la vida de alguno de esos religiosos, lo que provocó que la ceremonia terminara prohibiendose.
En el interior del templo se encuentra una gran estatua de Buda (8 metros de altura) del siglo XIII traida desde Sukhotai, y unos bonitos murales.
Llegamos justo cuando los fieles estaban haciendo sus ofrendas, tras las cuales, se sentaban en el templo a desayunar.
Todo el mundo se empeñaba en compartir su desayuno, a base de platano y mango, con nosotros.
Wat Ratchanatdaram Woravihara y Loha Prasat (Templo de las agujas)
Terminada la visita nos acercamos andando hasta el templo de Wat Ratchanatdaram Woravihara (Loha Prasat), que tenia muchas ganas de visitar pues las fotos que había visto del lugar me habían parecido muy interesantes.
De todo el recinto lo más destacable es sin duda el Loha Prasat: una edificación de 36 metros de altura, coronado por 37 agujas en representación de las 37 virtudes que conducen a la iluminación.
En su interior, a través hay una escalera de caracol a través de la cual sube hasta el último nivel, el Nirvana, desde el que se tienen muy buenas vistas de la ciudad, incluido el cercano Wat Saket (Golden Mountain). Sin duda alguna es un templo realmente bonito.
Canal de Saen Saep
Muy cerca del Loha Prasat, debajo del Wat Saket, parte el canal de Saen Saep, del que zarpan los barcos públicos atestado de locales con dirección al la zona más moderna de la ciudad.
Se trata de uno de los medios de transporte más originales, divertidos y baratos de la ciudad.
Los barcos cuentan con une techo reclinable accionado por poleas para evitar chocar con los puentes más bajos. Están provistos además de un mecanismo poleas accionado por los propios pasajeros, mediante el cual, el lateral del barcao queda cubierto con un plástico que evita verse salpicado por el agua al cruzarse con otro barco.
El revisor,va de un lado a otro del barco saltando por la cubierta cubriendo su cabeza con una simpática chichonera, mientras cobra a cada pasajero el importe del trayecto que va a realizar.
En nuestro caso, se supone que el trayecto eran 15 Bahts, pero el revisor al ver que vamos con la niña y somos turistas no se molesta ni acercarse a cobrarnos. El paseo es realmente agradable.
Nos bajamos en la parada de Sapam Mua Chang, muy cerca de la casa de Jim Thomson, pero como ya es tarde, decidimos prescindir de su visita y acercarnos al también muy próximo MBK para terminar de comprar los regalos que teniamos pendientes.
Comimos en KFC del MBK, y a las 15:00 hora cogimos un taxi que nos acercó al hotel para recoger las maletas (80 Bahts). Descansamos un rato, hicomos el Check out, y vuelta a la calle en busca de otro taxi que nos acercara hasta Phaya Thai (80 Bahts), para tomar desde allí el Airport Link hasta el aeropuerto internacional de Suvarnabhumi.
El vuelo de vuelta fue más placentero que el de ida, pues el cansancio acumulado terminó rindiendo a Martina que pasó gran parte del trayecto durmiendo.
Atrás dejábamos un nuevo país visitado de nuestro querido sudeste asiático, el primero paranuestra hija Martina. Para el futuro quedan nuevos destinos en mente, y sobre todo, muchas ganas de disfrutarlos en familia.
