Safari en Kruger. Rodeados de guepardos en el campamento de Satara.

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Día 17: P.N. Kruger – Hoedspruit. Último día de Safari. Despidiéndonos de Kruger entre guepardos.

Nos levantamos con pena sabiendo que por delante teniamos nuestro último día de Safari por Kruger.

Tras desayunar y disfrutar por última vez de las imponentes vistas desde la cafetería reanudamos la marcha en dirección a la puerta de Orpen por donde teníamos pensado abandonar el Parque. Era nuestro último día de safari, y para entonces, ya sólo nos interesaba ver algún guepardo o geopardo para fotografiarlo en condiciones, y con suerte, cruzarnos con alguna manada de wild dogs.

– Safari en coche desde el camapamento de Olifants hasta el campamento de Satara:

Bajamos por l H1-4, intentado coger todos los caminos de tierra aledaños (S90, S41 y s100). Por el camino, elefantes, cebras, jirafas, un chacal y avestruces salvajes.

Nos topamos también con un águila de la sabana que había cazado una mangosta que llevaba cogida con sus garras.

– Disfrutando de una familia de guepardos junto al campamento de Satara:

Cuando ya nos disponíamos a acercarnos al Campamento de Satara para comer y descansar un rato, vimos media docena de coches parados junto a unos matorrales. Al acércanos no podíamos dar crédito, Era una familia de cinco guepardos que dormitaban bajo un arbusto, a escasos quince metros de donde estábamos. Estuvimos allí contemplándolos más de una hora, mientras no dejaban de venir coches y más coches que se agolpaban para ver el espectáculo. Suerte que llevábamos cerveza fría y algo de comer en coche. Lo suficiente para apañar un picnic improvisado del que dimos cuenta mientras disfrutamos del espectáculo.

Nos hubiéramos quedado allí más tiempo, pero era hora de retomar la carretera rumbo a Orpen. Antes paramos a tomar un café y conocer Satara. El campamento esta bien, con bonitas cabañas dispuestas en circulo. Además, no está muy masificado. Como defecto importante, al estar en plano sobre la llanura no tiene ni bonitas vistas, ni un rio cerca que contemplar desde la cafetería. Martina estuvo un buen rato jugando allí con una niña francesa, que sabía algo de español, y con la que habíamos coincidido un día antes en Olifatns, con lo que el café se alargó más de lo previsto, y terminamos como siempre sacando la lengua fuera para llegar a la puerta de Orpen antes de que cerraran.

– Despedida de Kruger y  traslado hasta Hoedspruit:

Nos despedimos de Kruger con una fantástica puesta de sol. Por poco acabamos atropellando a una Hiena que descansaba como si nada a los pies de la carretera.

Aún recuerdo como lloraba la pobre Martina cuando salíamos del Parque porque ya no íbamos a tener más días de safari. Nos hizo prometerla que volveríamos otro año.

El camino hasta Hoedspruit, donde dormiríamos aquella noche, se nos hizo largo y pesado. Sobre todo, porque era ya de noche, y el día había sido largo y lleno de emociones. El caso es que llegamos bastante tarde y muy cansados al Aloes Bush Sleepover. Estaba dentro de una urbanización con un control de acceso donde no tuvieron retenidos más de 20 minutos hasta que consiguieron contactar con la dueña de la casa y pudo confirmar que habíamos reservado para aquella noche. La habitación, dentro de un enorme chalet, era grandísima y muy bien equipada. Para cenar lo único que encontramos abierto fue un KFC donde cenamos de aquella manera.

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