Explorando Hong Kong bajo el tifón Pakhar

A la vista de las malas previsiones meteorológicas, decidimos no madrugar aquel día y nos levantamos con el tiempo justo para bajar a desayunar antes de que cerraran. En el desayuno coincidimos con una pareja de madrileños que llevaban más de una semana en Hong Kong. Andaban desesperados con el tiempo, pues había sufrido el tifón Hato y sus secuelas, y ahora el Pakhar, con lo que no habían podido disfrutar apenas de la ciudad. Nos contaron que habían estado también algunos días en Taiwán y les había gustado bastante.

Como es difícil amilanarnos, a pesar de que la llegada del tifón estaba prevista para esa mañana y llovía a cántaros, decidimos salir a intentar conocer la ciudad. Teníamos que aprovechar el día como fuera.

Como no estaba el tema para andar, cogimos el metro hasta la estación de Central. Desde allí, se accede directamente a IFC Mall, donde nuevamente nos confirmaron que las tiendas iban a estar cerradas durante el día. Nos comentan además que no hay ferrys, ni transporte público, salvo metro, ni colegios ese día. Como parece que ya no arrecia tanto, y aun sospechando que estará cerrado, nos acercamos hasta la torre del Banco de China, para ver si nos dejan subir al mirador gratuito que tienen en la planta 43. Nuestras sospechas se confirman, y también está cerrado.

Desesperados por el panorama, decidimos aventurarnos e intentar subir desde Central a Mid-Levels por el Escalators. La escalera mecánica más larga del mundo tampoco esta en uso por culpa del tifón. Todos los comercios aledaños están cerrados, y apenas hay gente en la calle.

A la vista del panorama, decidimos buscar algún sitio donde comer algo. Total, no teníamos nada mejor que hacer. Terminamos en un restaurante tailandés (Lotus Restaurant), junto al Escaletor. Fue uno de los pocos que vimos abierto.

 

Tras la comida, como parecía que dejaba de llover, fuimos andando hasta el Templo Man Mo. Allí coincidimos en la puerta con otros turistas, pero a ninguno nos permiten acceder al interior. Está cerrado por el Tifón, y al menos hasta las 17:00 no tienen previsto abrir. Nos conformarnos con ver la entrada desde la valla. 

Como nos daba una rabia inmensa irnos de Hong Kong sin visitar el Victoria Peak, aun sabiendo que las posibilidades de ver algo desde allí arriba iban a ser prácticamente nulas, decidimos subirnos a un taxi y pedirle que nos llevara.

La carretera de subida esta llenas de ramas y hojas caídas, y pocos coches se atrevían a subir, pero nuestro taxista accedió (66 HK$). Desde la cima no se veía absolutamente nada por culpa de la intensa niebla, y todas las tiendas del centro comercial estaban igualmente cerradas. Dimos una vuelta por la cima, y pronto decidimos que lo mejor es bajar de nuevo a Central y volver al hotel para descansar algo.

Como no era facil encontrar un taxi que nos bajara, decidimos hacerlo caminando, lo que resultó toda una aventura, sobre todo para Martina que, como todavía no tiene mucha conciencia el peligro, aquello de ir encontrándose árboles caídos por el camino le hacía mucha gracia, sobre todo cuando cortaban el camino y teníamos que bordearlo colina abajo. El caso es que nos cruzamos con unos cuantos expatriados que viven en los enormes rascacielos que hay en la base de la colina y salen a hacer footing por allí.

 Ya por la noche, después de descansar algo en el hotel, volvimos a salir a la calle. El tifón ya había pasado, y la lluvia y el viento habían cesado. Nos acercamos al mercado de Temple. Se trata de un mercado callejero, como otros tantos de los que se pueden encontrar por Asia. Además, aquella noche estaba a medio gas, con lo que no tardamos mucho en irnos y dirigir nuestros pasos hasta la avenida de las estrellas para contemplar de nuevo el majestuoso skyline nocturno de Hong Kong.

La noche había quedado tan buena que a ratos se podía ver sin problema el Victori Peak perfectamente iluminado. Qué pena no haber podido ver la vista de la ciudad desde allí arriba.

Para desquitarnos, decidimos incluso volver a cruzar la bahía en el Star Ferry, y dar una buena vuelta por Central para contemplar los rascacielos antes de volver al hotel para descansar. Nos despedíamos de Hong Kong, con sabor agridulce, y a buen seguro una impresión falseada por el mal tiempo. Seguro que la ciudad nos hubiera gustado más de haberla podido disfrutar como se merecía.