Día 5: Kuching: Centro de Recuperación de Orangutanes de Semenggoh, Jong’s Crocodile Farm, y Cuevas del Viento y de las Hadas.
Que ver en Kuching: Visita del Centro de Recuperación de Orangutanes de Semenggoh
Tal y como habíamos apalabrado el día anterior, a las 07:00 de la mañana estaban esperándonos en la recepción del hotel para entregarnos nuestro coche de alquiler, un flamante Perouda Saga Automático. Nos hicieron firmar un pequeño contrato, pero no nos pidieron ni deposito, ni tarjeta de ningún tipo.
Sin mucho tiempo para acostumbrarnos a conducir por la izquierda, nos desplazamos hasta el Centro de Recuperación de Orangutanes de Semenggod.
Según Google los 20 km de distancia que separan la reserva del hotel no deben llevar más de 30 minutos, pero a esas horas de la mañana el tráfico de entrada y salida a la ciudad era importante, con lo que yo creo que tardamos el doble. Una vez allí, compramos la entrada en la taquilla principal (10 MYR/ p.p.) y continuamos subiendo con el coche hasta la zona de visita.
Por el camino nos encontramos con una pareja de Vitoria y un Canario que los acompañaba. El taxi les había dejado en la entrada del parque, donde se compran las entradas, a media hora andando de la zona donde se ven a los orangutanes. Tuvieron suerte de que les recogiéramos en el coche pues sino no hubieran llegado a tiempo de ver el desayuno de los Orangutanes.
El Centro de Recuperación de Orangutanes de Semenggoh es visitable todos los días de la semana en dos únicos pases, a las 09:00 y a las 15:00, coincidiendo con la hora de desayuno y comida de los animales. La vista dura una hora, y nadie garantiza que el día que vayas los orangutanes se dejen ver. Nosotros tuvimos suerte, y nada más aparcar ya pudimos ver al primero de ellos.
La verdad es que aunque en semilibertad, se nota que los Orangutanes que hay allí están muy acostumbrados al hombre, y no tienen demasiados problemas en acercarse relativamente cerca, y de coger la comida que les ofrecen los cuidadores. Eso no quita para que en un momento dado puedan tener una reacción inesperada, sobre todo si aparece en liza el macho dominante, con lo que hay que estar precavido.
En cualquier caso, ver a esos enormes animales, tan parecidos a nosotros, colgados de los árboles a escasos metros es absolutamente impresionante.
A pesar de que el día estaba nublado, y a ratos llovía, tuvimos la suerte de ver a media docena de estos fantásticos seres. Martina alucinó en colores cuando vio aparecer al primero de ellos y, como nosotros, llegó a pasar algo de miedo cuando una pareja nos pasó por encimas tirando a su paso unas cuantas ramas al suelo. De todas formas, más temor nos tienen que tener ellos a nosotros al ver cómo estamos destrozando sus selvas.
La vista es muy recomendable, no todos los días se ven unos animales tan impresionantes en semilibertad, y te hace pensar como es posible que estemos dejando que algo tan fascinante este en peligro de extinción.
A las 10:00 en punto los cuidadores empiezan a invitar a la gente a marcharse. Tenemos suerte, y cuando ya pensábamos que no veríamos más orangutanes, resulta que el macho alfa se dejó ver sobre un enorme árbol que había en el parking. Este si que daba algo más de miedito, y eso que estaba bastante lejos.
Centro de recuperación de cocodrilos, Jong´s Crocodile Farm:
No muy lejos en coche de la reserva Natural de Semenggok esta la Jong’s Crocodrile Farm (30 MYR/pax), una buena oportunidad de ver cientos de cocodrilos a escasos metros. En este caso, los cocodrilos están en grandes jaulas o zona acotadas que imitan distintos ecosistemas, pero afortunadamente para nosotros no hay peligro de encontrarte cara a cada con ninguno. Aún con todo, da algo de pena verlos enjaulados.
El centro es inmenso, y la visita la verdad es que se hace muy entretenida, sobre todo para Martina que se pasa el rato con los ojos muy abiertos. Dos veces al día hacen una exhibición que consiste en colgar de una cuerda sobre una enorme charca atestada de cocodrilo unos cuantos pollos muertos enteros que no tardan demasiado en ser devorados.
El espectáculo es una “turistada” de dudoso gusto, eso sí, estremece oír el chasquido de sus mandíbulas cuando dan cuenta de los pobres pollos.
Cuevas del Viento
Terminada la visita, pusimos rumbo a las Cuevas del Viento y de las Hadas. Se trata de dos cuevas distintas, separada por menos de 10 KM. La primera de ellas (10 MYR/p.p.), es una larga gruta sin ningún tipo de iluminación, a la que se accede por unas pasarelas de madera, y que esta repleta de Murciélagos, que aunque no se ven, se dejan oir y oler.
Cueva de las Hadas (Fairy Cave)
Mucho más interesante y bella, es la Cueva de las Hadas. De muy difícil acceso, más con una niña de 4 años a hombros, pues hay que subir unas empinadas escaleras en forma de embudo, bien merecen la pena, y hacen honor al nombre. Si las hadas existen seguro que viven allí. Después de unos cuantos escalones de subida, y tras atravesar un pequeño embudo, se abre paso a una enorme gruta abierta al cielo en un único punto, y repleta de musgo y vegetación por todos los lados. Un sito verdaderamente mágico.
Pueblo chino tradicional de Siniawan
Terminamos la vista de las cuevas ya muy tarde, con lo que decidimos dar por concluida la excursión y volver de regreso a Kuching, no sin antes hacer un pequeño alto en el camino para visitar el pueblo rural chino de Siniawan.
La visita no estaba prevista, vimos el cartel en la carreta de vuelta y decidimos desviarnos. La decisión motivó uno de los sustos del viaje, y es que por un momento olvidamos que conducíamos un coche automático y confundimos el pedal del freno con el del embrague. El resultado, un fantástico frenazo en plena carretera principal que podía haber terminado con el coche de alquiler destrozado subido a una grúa, si no llega a ser por el buena hacer el bueno hombre que circulaba tras nosotros con su vetusta furgoneta.
Aún hoy no me explico como fue capaz de esquivarnos. Ni como a pesar de golpearnos algo con las defensas metálicas que llevaba, el coche no tenía más que un pequeño rasguño apenas perceptible. Yo creo que debió ser cosas de las hadas. La pobre Martina que os veía la cara de susto decía: “no pasa nada papa, ha sido el otro señor que te ha picado el coche por detrás”.
El pueblo de Siniawan, muy pequeño, se ve en un paseo de diez minutos. Destacan sus bonitas y viejas Shophouses de madera, y los típicos farolillos rojos.
Cenando marisco en el Food Court de Topspot de Kuching:
De vuelta al Kuching, baño de rigor en la piscina y cena en el muy recomendable Topspot Food Court. Por 100 MYR nos tomamos media docena de Kings Pranws, un Chilli Crab que nada tenía que enviar al de Singapur, pollo frito, arroz salteados y un par de Tigers.