Día 4.- Bangkok: MBK, Wat Traimit, Chinatown y Khao San Road
Este día teníamos inicialmente previsto hacer la excursión a Ayutthaya, pero como seguíamos fundidos del viaje de avión decidimos posponerlo para el día siguiente y aprovechar este día para dormir algo más y hacer algo más relajado.
Centro comercial MBK de Bangkok. Imitaciones
Después de desayunar tranquilamente, y con la lección aprendida de días anteriores, decidimos esta vez sí tomar un taxi para ir al MBK. La tarea no fue facil pues los dos primeros taxis que paramos no accedían a poner el taxímetro, exigiendo 100-150 Bahts por llevarnos a nuestro destino. A la tercera fue la vencida, y sin discutirnos el taxista aceptó si más a poner el taxímetro (55 Bahts).
El centro comercial MBK es famoso entre los turistas por ofrecer, sobre todo en su planta sexta, imitaciones de ropa y complementos, así como artesanía tailandesa de todo tipo. Hay que tener en cuenta que aunque se trata de un centro comercial moderno al estilo occidental, la tiendas y tenderetes no tienen precio fijo, con lo que siempre hay que regatear sin pudor el precio que ofrecen los vendedores en un primer momento.
Compramos dos polos de imitación (200 Baths cada uno), dos camisetas (180 Baths cada una) y un bolso replica de Jimmy Choo bastante bueno por el que pagamos 1.600 Baths (empezaron pidiéndonos 4.500 Bahts). Compramos también un vestido para la niña en un puesto de ropa tailandesa de bebés (350 Baths). La electrónica y la informática no nos parecieron que merecieran la pena, pues los precios son muy similares a los que se encuentran en España. Comimos en el centro comercial en Family Restaurant Japonés algo caro, en el que recordamos nuestro viaje del año anterior.
Visita del Wat Traimit (Templo del Buda de Oro)
Tras la comida dirigimos nuestro pasos, en taxi nuevamente (55 Bahts), hasta el barrio de Chinatown para visitar su famoso templo Wat Traimit, conocido como el Templo del buda de oro, pues en su interior se alberga un buda de auténtico oro macizo de 5,5 toneladas de peso.
La estatua fue construida en Ayutthaya en el S XIII, y para protegerla de los birmanos que arrasaron la antigua capital tailandesa fue cubierta de estuco, lo que motivó que pasara desapercibida durante años, llegando incluso a quedar a la intemperie sin recibir más atención que la propia de una estatua más de estuco.
Fue en 1955, cuando al ser trasladada a su ubicación actual, el estuco que recubría la imagen se rompió dejando ver después de tantos años su deslumbrante interior dorado.
La verdad es que la talla es muy bonita, aunque la imaginaba más grande, eso si, presenta un brillo especial que, favorecido por la iluminación, hacen resplandecer a este buda por encima de cualquier otro.
La terraza del River Vibe
Como todavía era temprano para acercarnos a las famosas calles de Chinatown, poco animadas hasta que cae la noche, optamos por ir a tomar algo a la cercana terraza del River Vibe y de camino ver la puerta de Chinatown.
Había leído muy buenas opiniones de la terraza, y en todas ellas se advertía que no era fácil de encontrar, pero nunca pensé que estuviera tan escondida entre callejuelas pequeñas y grasientos talleres de coche.
Suerte otra vez que llevábamos el Maps.ME, gracias al cual, conseguimos finalmente llegar a la Guest House que, con el mismo nombre, ofrece en su octavo y noveno piso dos terrazas abiertas sobre el rio Chao Phraya, ideales para disfrutar del atardecer o cenar.
Aparte del rio, es fácil divisar el cercano Wat Traimit, la cúpula del Hotel Lebua (Resacón en Tailandia), la torre Baiyoke, e incluso la silueta andamiada del Wat Arum. Menuda siesta se pegó Martina.
Paseo nocturno por el barrio de Chinatown de Bangkok
Ya de noche nos adentramos en el famoso barrio de Chinatown y dimos un buen paseo por Yaowarat Road y Charoen Krung Road, llenas de restaurantes chinos que ofrecen sopa de aleta de tiburón, de nido de golondrina, las famosas King Prawn de patas azules a la parrilla y el pato laqueado.
Vimos también muchos puestos de fruta con el Durian como producto estrella y, algún que otro curioso local de medicina tradicional china.
Vamos lo que hay en cualquier barrio chino, de cualquier ciudad del sudeste asiático, y que a ojos de un occidental siempre resulta interesante visitar.
Disfrutando de la famosa Khao San Road
Como aún era pronto, no teníamos todavía demasiada hambre, y el ambiente en el barrio chino empezaba ya a decaer, decidimos coger un taxi (60 Bahts) y trasladarnos al otro extremo del centro de Bangkok, a la zona de Khao San Road, o lo que es lo mismo, la milla de oro de los mochileros del sudeste asiático.
La zona es una auténtica locura atestada de turistas y personajes más o menos variopintos que pululan de un lado para otro al son de la estridente música que, a volúmenes sobrehumanos, escupen los bafles de los innumerables bares y restaurantes que allí compiten por atraer la atención de los turistas y sus divisas.
Si alguien busca ambiente y sentirse rodeado de gente sin complejos este es su sitio. Aunque no era eso exactamente lo que buscábamos, tengo que decir que lo pasamos en grande paseando por sus calles y dejándonos llevar por ese espíritu gamberro y desenfadado que envuelve este lugar, que en su día fuera la meca mundial de los Backpackers y hoy se ha convertido en una suerte de Benidorm del sudeste asiático, donde la gente acude a emborracharse, comer pad thai por 30 Bahts, darse unos masajes de pies, y hacerse algún selfie aparentando comer insectos.
A Martina el lugar le pareció muy divertido. Recuerdo como mi hija, con sus diecisiete meses y una enorme sonrisa, no dejaba de moverse intentando seguir el ritmo infernal de la música mientras la gente la señalaba acompañándola en su baile. Tantos fueron los estímulos que pronto la entró hambre, y no tardó en empezar a reclamar con vehemencia su cena.
Sin mucho tiempo para buscar, terminamos cenando en la terraza de uno de los muchos grandes restaurantes para giris que hay, en el que cenamos mejor de lo que cabía esperar del lugar, y donde a Martina se la rifaban las camareras para jugar y hacerla carantoñas (Restaurante Sawasdee House, en Ram Buttri Road).
Como nos habíamos quedado con las ganas de probarlas en Chinatown, pedimos 5 King Pranws de patas azules a la parrilla, buenas pero no tanto como nuestras cigalas, un curri verde de pollo, un arroz, una tortilla francesa para la niña y un par de cervezas (905 Bahts).
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