Día 1 y 2: Vuelo Madrid – Pekín: Torres del Tambor y la Campana, Hutongs y Lago Shichachai.
Vuelo con Finnair de Madrid a Pekín (Beijing) con escala en Helsinki:
Nuestro vuelo salía de Madrid a las 10:20 horas de la mañana, y tras 14:35 minutos, incluida una escala de algo menos de 3 horas en Helsinki, llegamos a nuestro destino donde eran las 06:55 horas de la mañana.
Acostumbrados otros años a volar con Ethiad, Emirates o Qatar Airways, el vuelo con Finnair nos resultó, aunque correcto, muchos menos cómodo, sobre todo en el trayecto Madrid – Helsinki, en el que no se ofrece ni una mísera botella de agua, ni existe entrenamiento multimedia. Por lo menos conseguimos dormir algo en el trayecto intercontinental.
Ya en el aeropuerto de Pekín, pasamos los trámites de aduana bastante rápido y sin problemas, nada que ver con nuestra tensa salida del país por el paso fronterizo de Shenzhen. Una vez recogidas las maletas cambiamos algo de dinero, con la desagradable sorpresa de que el cambio que ofrecen en el aeropuerto es una auténtica tomadura de pelo (7,20 ¥ por €, más una comisión fija de 60¥).
Cómo llegar ir a la ciudad de Pekin desde el aeropuerto de Pekin con Airport Express:
Para trasladarnos a la ciudad teníamos dos opciones, o tomar un taxi (70-100 ¥) con el riesgo de coger mucho atasco a esas horas de la mañana, o utilizar, como hicimos nosotros, el servicio de tren Airport Express, que comunica las terminales 2 y 3 del aeropuerto con la céntrica estación de metro de Dongzhimen en algo menos de 30 minutos. Rápido y barato (25 ¥).
Como en el mapa parece que desde la estación de Dongzhimen al hotel no hay demasiada distancia, optamos por ir andando en lugar de coger el metro. Fue todo un error, pues la distancia era mucho mayor de la aparente, e ir cargados con las maletas después de más de 14 horas de aviones y aeropuertos hizo que llegáramos reventados al hotel (Nostalgia Hotel Yonghe Lama Temple).
Menos mal que el camino estuvo animado, pues discurre por la llamada calle de los fantasmas (Ghost Street – Gui Jie) famosa por acoger los restaurante más típicos de Pekín, con especialidades típicas como ancas de rana, cangrejos, hot pot, mini langostas …
Ya en el hotel, nos permitieron sin problemas hacer el check in nada más llegar, a eso de las 10:30, lo que nos permitió darnos una confortable ducha y disfrutar de una reparadora siesta de algo más de cuatro horas.
Visitando las Torres del Tambor y la Campana, y paseo por el lago Shichachai:
A eso de las 15:30, aún rotos por el viaje, pero sabiendo que no podíamos seguir durmiendo si queríamos adecuarnos a nuestro nuevo horario decidimos salir del hotel con la intención de visitar el cercano Templo de los Lamas.
Antes de llegar estuvimos dando unas vueltas por el Hutong donde esta ubicado el hotel para familiarizarnos con la zona, llamándonos la atención, no sólo que dentro de la capital de un país como China siguieran existiendo ese tipo de destartaladas casas bajas, típicas de estos barrios tradicionales, sino también, el hecho de que como muchas de esas casas no tienen si quiera baño, en casi cada manzana hay baños comuitarios, fácilmente identificables por su olor, y por las fregonas que cuelgan junto a sus puertas. También paramos a cambiar dinero en una sucursal del Banco de China, lo que nos llevó un buen rato, pues el trámite burocrático que hay que seguir es complicado. Menos mal que en cuanto ven que eres extranjero acuden a ayudarte a rellenar el extenso formulario que exigen. Eso sí, el cambio merece mucho la pena, pues es casi igual al oficial (7,61 ¥ por €).
Con todo, el tiempo se nos hecho encima, y para cuando llegamos al Templo de los Lamas (雍和宮) ya habían cerrado para las visitas (De 9:00 a 16:00 horas).
Como no íbamos a volver al hotel para quedarnos dormidos, decidimos cambiar de planes y acercarnos dando un paseo hasta la Torre del Tambor y la Campana, aún sabiendo que para cuando llegáramos ambas estarían también cerradas. Una pena, pues desde lo alto de ambas se supone que se tienen bonitas vistas de la ciudad, y además, siete veces al día (09:30, 10:30, 11:30, 13:30, 14:30, 15:30 y 16:45) se puede disfrutar de un espectáculo de toque de tambores. Tradicionalmente ambas torres se empleaban a modo de relojes para anunciar el amanecer (campana) y el atardecer (tambor).
En todas las ciudades chinas desde la Dinastia Han (206 a.c.) se fueron construyendo torres del tambor y la campana en todas las ciudades Chinas para anunciar las horas, el amanecer y el atardecer. Ambas torres se encuentran enfrentadas y tienen una altura similar (47 m). Nos quedamos con las ganas de ver como serian por dentro, pero por fuera tampoco nos parecieron algo extraordinario.
Terminamos rápido la visita, así que continuamos dando un paseo por los hutongs cercanos, que unen ambas torres con el Lago Shichachai. Se nota que estos callejones tradicionales son más turísticos que los que hay junto a nuestro hotel, y que estamos en China, pues la aglomeración de gente es a ratos agobiantes.
Entramos en alguna de las muchas papelerías que hay por allí. Es curioso que en el país de los móviles, los Chinos se vuelvan locos por las libretas, lo lápices y las plumillas. Hay muchos puestos de comida callejera, y se ve que es una zona frecuentada por los pekines para pasar sus tardes de ocio comiendo, disfrutando de los espectáculos musicales que ofrecen los bares, o dando paseos en barca por el lago.
Aunque la zona es bonita, y el ambiente a ratos agradable, decidimos que es hora de volver al hotel para intentar dormir toda la noche e ir al día siguiente a ver la Ciudad Prohibida. Para haber sido el primer día, después de un largo viaje, no había estado nada mal.