Día 17.- Varkala-Allepey (Backwaters)
En algo más de dos horas de carretera llegamos a Alappuzha, población desde la cual salen la mayoría de los barcos que hacen los cruceros por los Backwaters: una extensa red de canales navegables, con una extensión total de unos 1.500 km, que unen distintas lagunas salubres que discurren paralelas a la costa del Mar Arábico.
En los márgenes de los canales se sitúan extensos campos de arroz, rodeados de palmeras y cocoteros, y salpicados de pequeñas aldeas ribereñas en las que se respira un ambiente rural idílico.
Las excursiones por los Backwaters pueden hacerse fundamentalmente de dos formas: bien contratando un paseo en barca de unas tres horas de duración que discurre por los canales menores, o bien alquilando un kettuvallams (casas-barco) para pasar un día completo de navegación por los canales y dormir en sus aguas.
Los Kettuvallams son actuales casas barcos para turistas, más o menos lujosas, que de antiguo se utilizaban para el transporte de mercancías, fundamentalmente arroz y especias. Su casco es construido a base de tablones de madera unidos por cuerdas de fibra de coco, sin ayuda de un solo clavo, recubriéndose en su totalidad por una resina negra que se obtiene hirviendo anacardos y da al conjunto resistencia y flotabilidad durante años. Para el revestimiento exterior se emplea caña de bambú y madera.
Al preparar el viaje leímos muchos opiniones favorables a hacer el paseo en barca en detrimento del Kettuvallams, y no sólo por la enorme diferencia de precio que hay entre una y otra opción, sino porque las pequeñas barcas permiten navegar por los canales menores y observar más de cerca la vida rural que discurre alrededor de los Backwaters.
No obstante, finalmente optamos por pasar el día completo en Kettuvallams, y creo que no nos equivocamos, porque al lujo y romanticismo que supone navegar y dormir en estas embarcaciones, hay que unir que, en nuestro caso, el crucero incluía también una excursión de una hora de duración en barca, lo que permite disfrutar de ambas experiencias.
Teníamos contratado nuestro Kettuvallam con la empresa River Scapes, que tiene sus sede a las afueras de Alappuzha, y la verdad es que el barco y el servicio que nos dieron fue inmejorable.
El Kettuvalam disponía de todo tipo de lujos, con un camarote completo con cama de matrimonio, baño privado con ducha, aire acondicionado, una amplia sala exterior con sofás y mesa para las comidas, y un confortable colchón situado en la proa para ir tumbado junto al patrón y no perder ningún detalle de la navegación.
Además del patrón, la tripulación se componía de dos personas más: un ayudante y un cocinero profesional, que también dormían en el barco en otro camarote a parte.
Hay que decir, que en todo momento procuraron respetar nuestra intimidad y, salvo cuando era necesaria su presencia para servir las comidas o tripular el barco, permanecían en la zona de cocina y su camarote.
Iniciamos la navegación a eso de las 13:00 horas y pronto hicimos una primera parada para comer dentro del barco. El cocinero nos preparó una deliciosa comida a base de pescado frito con masala, arroz y distintos platos de verduras y curris típicos de la zona.
Tras el almuerzo continuamos navegando hasta que, transcurridas un par de horas, nos propusieron parar en un pequeño poblado para dar un paseo y comprar si queríamos algo de pescado o de marisco para cenar. Terminamos comprando dos gambones de algo más de medio kilo por 500 INR, que bien merecieron la pena.
Luego nos trasladaron a un pequeño muelle donde montamos a bordo de una pequeña barca para hacer la excursión por los canales menores, y la verdad es que merece mucho la pena para contemplar la tranquila y feliz vida de los lugareños. En la barca coincidimos con otros turistas españoles que venían horrorizados con las gentes del Norte de la India, y es que poco tienen que ver el Norte con el Sur de este inmenso y fascinante país.
Finalizado el bonito paseo en barca proseguimos navegando en el Kettuvalam hasta el anochecer. Amarramos en un apartado dique para dar cuenta de nuestras gambas y el resto de la sabrosa cena que nuestro cocinero nos había preparado.
Después de la cena, pasamos un rato tumbados en la proa contemplando ensimismados la como la sombra de los cocoteros se reflejaba sobre los canales bajo la iluminación del cielo estrellado. Una experiencia que bien merece un viaje.