Día 12: Parque Nacional Manuel Antonio – Volcán Poas – Madrid
Nuestro vuelo con destino a Madrid salía del Aeropuerto de San José a las 19:15 horas. Teníamos tiempo más que suficiente para recorrer los 150 KM que separan Quepos del Aeropuerto Internacional, y nos sobraba para intentar de nuevo vez visitar el Volcán Poas.
La verdad es que la previsión meteorológica aquel día era, como durante todo el viaje, incierta. Nadie nos garantizaba que subiéramos hasta el volcán y, como nos sucedió el primer día de viaje, nos tuviéramos que dar la vuelta porque no había visibilidad, pero nosotros no nos rendimos fácilmente y decidimos al menos intentarlo.
Para cuando llegamos a Poasito el cielo se veía nublado, aunque al menos no llovía y el sol se asomaba de vez en cuando. Subimos hasta la entrada al Parque Nacional de Poas, y a la vista de que estaban dejando entrar decidimos comprar las entradas en la web oficial del Parque Nacional del Volcán Poas(15 USd/Adulto y 5 USd/Niño) con el confianza de que el tiempo mejoraría.
Tras bajarnos del coche, ya dentro del Parque, nos condujeron hasta una sala de cine donde nos entregaron un casco a cada uno, y nos pusieron un vidio explicativo de lo que íbamos a ver y de las medidas de seguridad que había que respetar. Estábamos a más de 2.500 metros de altura, en un volcán aún activo que posee uno de los mayores cráteres del mundo (1.320 metros de diámetro).
Para cuando salimos de la sala de cine acompañados del guía todo se veía más despejado. Al final íbamos a tener suerte. Tras un pequeño paseo de no mas de 5 minutos, nos encontramos de bruces con el volcán y su bonita laguna ácida.
El esfuerzo había valido la pena. La vista del cráter humeante y azul bien habían merecido el esfuerzo y la persistencia. La visita apenas dura 20 minutos, tiempo suficiente para dejar guardada en la retina ese bonito paisaje lunar.
A la salida del parque, como era hora de comer, decidimos parar a comer en Poasito. Nuestra primera ide era repetir en la Soda El Recreo, donde tan bien habíamos comido el primer día, pero aquel día estaba cerrada por descanso. Como no hay mal que por bien no venga, acabamos comiendo la cercana Soda El Rancho . Un sitio fantástico y 100% autentico, donde cocinan a la vista comida casera típica costarricense en cocina de leña. La Olla de Carne puede resucitar a un muerto. El casado, los tamales y los jugos también estaban riquísimos. Todo un acierto.
Antes de dejar Poasito, y como nos sobraban algunos colonos, paramos en un puesto a pie de carretera para comprar nuestras últimas uchuvas, y unos cuantos quesos Palmitos muy típicos de la zona.
Con esto dábamos por terminado nuestro viaje por tierras Ticas. Costa Rica se nos presentó con una de las pocas tablas de salvación disponibles para poder seguir disfrutando de nuestra pasión viajera en tiempos de pandemia. Siempre lo tuvimos como destino en la recamara del que esperábamos bastante menos de lo que finalmente nos llevamos. Para siempre recordaremos lugares como Corcovado, Drake, Tortuguero, las cataratas del Toro y Poas.
Volvemos de Costa Rica con el corazón repleto de PURA VIDA.