Día 5.- Chitwan – Pokhara

Muy temprano, a eso de las 7 de la mañana, nos levantaron en el hotel para hacer la última de las actividades concertadas en el Parque Nacional de Chitwan, el avistamiento de aves.

 

La actividad consiste en dar un paseo por la ribera del rio en busca de distintos pájaros que al amanecer acueden a beber, acompañdos de un guía del hotel que va provisto de un libro de aves y unos buenos prismáticos. La verdad es que se trata de la actividad más floja de todas, aunque no deja de ser recomendable para disfrutar por última vez de los bonitos paisaje que brinda el parque.

 

A parte de aves, nos topamos en el camino con varios cocodrilos que ha diferencia de los que vimos en días anteriores eran herbívoros, como puede distinguirse por su hocico más puntiagudo.

 

 

Después de desayunar subimos a nuestro coche en dirección a nuestro próximo destino, Pokhara, la segunda ciudad más grande de Nepal tras Katmandú, levantada a la orilla del Lago Pewa y a los pies de la famosa cordillera del Annapurna.

 

Como el resto de trayectos en coche, el viaje fue largo y pesado, aunque los bonitos paisajes hacen más amena la travesía.

 

Según te aproximas a la ciudad puedes ver como los coloridos parapentes se lanzan desde la montaña de Sarangkot hasta la ribera del lago. Esta visión nos hizo plantearnos la posibilidad de tirarnos en tándem,  si bien lo apretado de nuestra agenda y, porque no decirlo, el respeto que nos daba tirarnos en parapente, provocaron que decidieramos posponer la experiencia para otra ocasión, aunque la verdad es que ahora no se me ocurre otro momentos y escenario mejor para haberlo probado.

 

Primeras impresiones de Pokhara

La ciudad de Pokhara se divide en dos partes, la turística situada en la ribera del lago, donde se encuentran los hoteles, restaurantes de todo tipo, multitud de tiendas y agencias de viaje, y la auténtica ciudad nepalí más al interior.

Las dos noches que pasamos en Pokhara nos alojamos en el Hotel Barahi, buen hotel de cuatro estrellas con interesante piscina y buenísimo desayuno, del que echamos en falta una nevera en la habitación y wifi gratuito más allá de la recepción.

Dedicamos la tarde a disfrutar de este paraíso para los turistas. Comimos en el restaurante La Pizzería, que aunque estuvo bien, nos resultó algo caro la verdad.

En el restaurante conocimos a un Chileno que había vivido muchos años en Madrid y nos contó que llevaba tiempo afincado en Tailandia donde se ganaba la vida comprando joyas para exportándolas de forma no del todo legal a Chile.

Después de la comida decidimos darnos un masaje. Siguiendo las recomendaciones de la Lonley Planet fuimos al próximo centro de masaje llamado Natural Health Center. Al llegar nos enseñaron la completa carta de masaje, y después de regatear con ellos decidimos hacernos un masaje ayurvedico de 1 hora por 1.100 NPR por persona (nos pedían inicialmente 1.600 NPR). El sitio estaba muy limpio y bien acondicionado, y el masaje resultó muy relajante, eso sí, nada que ver con el auténtico masaje Ayurvedico que días después disfrutamos en Periyar, en el estado del Kerala (Sur de la India).

El resto de la tarde lo dedicamos a recorrer la tiendas de la calle principal de Lakeside. Nos gustaron mucho las tiendas de suvenir tibetanas. Terminamos comprando una mochila de 40 litros con muy buenos acabados, una pashmina supuestamente de lana de Cachemira, y algún que otro suvenir más de recuerdo.