Día 3: Singapur: Supertrees Grove, Gardens by the Bay, Marina Bay Sands, Skiline desde las alturas y cena de estrella michelín.
Visitar el Supertree Grove de Singapur:
El Supertree Grove no dejan de impresionar por el día, y se siguen viendo tan vanguardista como por la noche. Se trata de unas enormes estructuras de acero y hormigón, recubiertas de plantas vivas a modo de jardines colgantes. No sólo la estítica es alucinante. Resulta que cada árbol es autosuficiente, recogiendo y reutilizando el agua de lluvia para su riego, y acumulando energía solar para su iluminación nocturna. Dos de los arboles se encuentran unidos por una pasarela colgan Stede lago más de 100 metros (OCBC Skyway), que nosotros no dudamos en visitar. La entrada son 8 SGG por adulto, y 5 SGD por niño. Nos pareció que merecía mucho la pena, pues desde arriba las vistas de la bahía son muy buenas, y es una buena forma que ver como son realmente los arboles por dentro.
Children´s Gardem en Marina Bay:
Muy cerca de los Supretress Grove, y de los invernaderos, se encuentra el jardín de los niños (Children’s Garden). Todo un descubrimiento para Martina, que se pasó una hora larga disfrutando de sus chorros de agua. Como todo en Singapur muy bien preparado, con sus vestuarios, monitores, bar y zona de descanso para los padres que, por desgracia, tienen el baño prohibido. Que nadie se asuste si de repente ve pasar por allí un lagarto gigante (Varano). Al fin y al cabo, ellos ya vivían allí antes de que llegáramos los humanos a molestarles.
Comida en el Food Court más famoso de Singapur, el Hawkers de Pau La Sat:
Era ya algo tarde para visitar los invernaderos, estábamos cansados y teníamos hambre, con lo que decidimos prescindir de su visitar e irnos a comer. Una pena, porque realmente deben merecer la pena, pero tampoco era plan de verlos de prisa y corriendo, más cuando al entrada no es precisamente barata ( 28 SDG adultos y 15 SDG los niños). De vuelta al metro, nos acercamos hasta la estación de Raffles, el KM 0 del distrito financiero de Singapur, y de allí andando 10 minutos hasta el Hawkers de Pau La Sat. Se trata de uno de los ++, sino el que más. Además, es el más bonito, pues esta ubicado en un antiguo mercado colonial del S. XIX, construido bajo una característica estructura metálica. Como ya era tarde, había muy poca gente y no tuvimos problema en elegir los puestos que más nos gustaron. Comimos estupendamente, y a muy buen precio.
Ver el Skyline de Singapur desde las alturas. Observation Deck y Skybar del Marina Bay Sands:
Tras la comida, decidimos volver al hotel para darnos un baño en la piscina, y cambiarnos antes de volver a última hora de la noche para ver el atardecer desde lo alto de Marina Bay Sands. Las dos opciones disponibles para quienes no tenga la suerte de alojarse en el hotel son: el Observation Deck del Skypark, o el Skybar del restaurante Cé la Vi. El precio del primero son 23 SDG por adulto y 17 SDG por niño. El segundo son 20 SDG por adulto, pero los niños entran gratis, y los 20 SDG que pagas por la entrada son además reembolsables en consumiciones en el bar. Las vistas desde ambos son prácticamente idénticas, de hecho, desde el Skybar ves el Skypark en un nivel inferior. Sólo desde el Skybar ves también la impresionante infinitypool del hotel.
Aún hoy no acabo de entender quien puede elegir el Observation Deck, salvo que prefieras no ver la infinity pool para no morir de envidia por no poder pagar los 400 € por noche que mínimo cuesta la estancia en el hotel con derecho a utilizarla. Sea como fuere, las vistas de la ciudad, con su skyline iluminado son de las que quitan el hipo.
Cena en un restaurante con estrella michelín en Singapur:
Después de un par de horas disfrutando de ver caer la noche sobre la ciudad, no tuvimos más remedio que despedirnos para saciar el hambre. Además, no queríamos llegar tarde para cenar en el restaurante Din Tai Fung. Nos tocó esperar más de 30 minutos hasta que nos dieron mesa, pero la espera mereció realmente la pena. Cenamos estupendamente. La comida estaba de restaurante de estrella michelín, sobre todo los beef noodels, y el Bum de Chilli Crab, por no hablar del te frio. Y es que, como luego supimos, el restaurante, que pertenece a una cadena Taiwanesa, tiene una merecida estrella michelín. El precio es además fantástico, por 45 SDG cenamos los tres. A parte del situado en la planta baja del Marina Bay Sands, hay bastantes más restaurantes de la cadena dispersos por los ciudad.
Fue un gran colofón para nuestra corta estancia en Singapur, a la que no nos hubiera importado dedicar un par de días más.