Día 8: Kuching – Kota Kinabalu: Excursion a Weston Wetland. Manglares, Monos Narigudos y Luciérnagas.
Nuestra primera intención al preparar el viaje era visitar la isla de Langkawi, pero al anular Air Asia el vuelo directo desde Kuching, decidimos como alternativa visitar Kota Kinabalu, con la idea de hacer una excursión para ver los manglares y las luciérnagas, y otra para ver algo del Parque Nacional de Kota Kinabalu, y hacer el Canopy de Poring. La otra alternativa que ver en Kota Kinabalu eran las cercanas islas del Parque Nacional de Tunku Abduk Raahman, pero teniendo en cuenta que ya iríamos luego a Kapas, y que tienen fama de estar muy masificadas, decidimos finalmente descartarlas.
Vuelo desde Kuchig a Kota Kinabalu:
Para asegurarnos el transporte, la noche anterior solicitamos en el hotel un taxi (50 MYR), para que nos esperar en la recepción a las intempestivas 4 de la mañana. El vuelo con Air Asia correcto.
Una vez en el Aeropuerto de Kota Kinabalu, pronto nos damos cuenta que aquello tiene poco que ver con Kuching. Todo es más moderno, industrializado y el nivel de vida general bastante más alto.
Para trasladarnos al hotel nada mejor que un Grab (9 MYR). El Mandarín Hotel no puede estar mejor situado, en pleno centro de Kota Kinabalu. Como es domingo, se celebra además allí mismo el famoso y concurrido Sunday Market, que cuando llegamos nosotros ya empieza a tener actividad.
La idea era hacer el Check in y descansar algo, pues a las 13:30 vienen a buscarnos para hacer la excursión por Weston Wetland que traemos contratada desde Madrid con la agencia local Borneo Excursions (145 MYR/Adulto y 95 MYR/Niño. Incluyendo transporte en grupo, guía de habla inglesa, cena en restaurante y cruceros por el rio para ver los monos al atardecer y las luciérnagas por la noche).
No tenemos suerte, y hasta las 11:00 no nos dan habitación, así que no nos queda más remedio que salir somnolientos a pasear por el mercado para hacer tiempo. Una pena estar tan cansados, pues el mercado esta muy animado y no lo disfrutamos como se merece. Frutas, productos locales, souvenirs, imitaciones …
A Martina lo que la interesa son las tartas caseras que vende en un pequeño puesto frente al hotel. La verdad es que estaban riquísimas.
Cansados de andar, y sin tener aún la habitación, decidimos aprovechar el tiempo y hacer la colada. No era lo más apetecible, pero mientras se lavaba y secaba la ropa al menos estábamos sentados descansando. Es un buen momento además para observar a la población local que utiliza también el servicio de lavandería. La gente es muy amable, y no tardan en explicarnos cómo funcionan las máquinas.
Excursión a los nanglares de Weston Wetland. Monos narigudos y Luciérnagas:
Con la colada hecha, y más sueño que otra cosa, volvimos al hotel y afortunadamente ya tenían la habitación preparada. Fue dejar las maletas y caer rendidos hasta que a las 13:00 sonó el despertador.
Como teníamos acordado, a las 13:30 apareció nuestra simpática guía malaya para acompañarnos hasta la furgoneta, donde nos espera ya una un Malayo de avanzada edad que nos cuenta ha vivido desde pequeño en Londres y ahora que se ha jubilado esta recorriendo su país de origen, y una madre malaya y su hija que viven en Kuala Lumpur y están de turismo. Luego recogemos un grupo de 3 chinos, y una pareja de filipinos. Con la furgoneta llena, iniciamos el camino hasta Weston Wetland. Son unas dos horas de viaje, con una parada intermedia en un restaurante de carreta para estirar las piernas.
Ya en Weston Wetland nada más bajarnos nos suben a una barca motora para iniciar nuestro primer paseo por los manglares. El objetivo es ver monos narigudos, disfrutar del atardecer sobre el rio. Vemos bastantes monos narigudos, eso sí, nada que ver con Bako, pues aquí están mucho más lejos, en las copas de los árboles.
El paseo por el rio resulta muy agradable, mejor de lo esperado: Casas flotantes, palmerales, peces saltarines y pescadores locales.
Antes de volver al muelle para dar cuenta de la cena, nos paramos un rato en medio del rio para contemplar el atardecer. El espectáculo es maravilloso, y más en ese entorno.
La cena, de la que esperábamos muy poco, pues es un bufet, resulta estar riquísima.
Caída la noche, nos disponemos de subirnos de nuevo en la barca. Ahora se trata de ir a ver las luciérnagas que se posan sobre los arboles los Manglares. Es algo que nos hace especial ilusión, Martina no ha visto nunca ninguna, y nosotros difícilmente recordamos haber visto alguna cuando aún éramos muy pequeños.
El espectáculo es sobrevivió, pues los arboles están atestados de cientos de luciérnagas iniciando su cortejo nocturno. Parecen árboles de Navidad. Con ayuda de una linterna la guía atrae alguna hasta la barca para enseñársela a Martina. En un primer momento le dan algo de miedo, y al intentar coger una, casi la aplasta. Luego se rinde fascinada a sus encantos, y acaba contemplando alucinada como iluminan su mano. La verdad es que disfrutamos todos como niños viendo tan fascinante espectáculo de la naturaleza. Una pena que por más que lo intentamos no conseguimos inmortalizar el momento con la cámara.
Con una enorme cara de satisfacción volvemos al muelle donde nos espera la furgoneta para iniciar el camino de vuelta hasta Kota Kinabalu. El viaje de vuelta con la noche cerrada se hace algo pesado, pero la excursión había merecido mucho la pena.