Día 5.- Tokio: Barrios de Shinjuku, Ginza (Mercado de Pescado de Tsukiji y jardin Hamarikyu) y Odaiba
Para este día teníamos planificada la excursión a Kamakura, y de vuelta a Tokio, si había tiempo y ganas, parar en Yokohama para dar una vuelta.
Con esa idea nos dirigimos tras el desayuno a la estación de tren de UENO con la intención de activar nuestras Japan Rail Pass y coger el tren de las 09:02. El caso es la oficina para activar la tarjeta estaba cerrada y no abría hasta las 09:00, con lo que nos resultó imposible tomar el tren a tiempo. Una pena no haber activado la tarjera la tarde anterior.
El siguiente tren a Kamakura no salía hasta las 10:02, muy tarde, con lo que las opciones eran dejar la visita a Kamakura para el día siguiente y hacer ese día la de Nikko, o prescindir de Kamakura y dedicar el día completo a visitar Tokio.
Al final optamos por la segunda opción, pues era tarde también para ir a Nikko, que tenía más que ver que Kamakura, y además, nos quedaban demasiadas cosas pendientes en Tokio y muy poco tiempo para verlas (la mañana que partíamos hacia Kioto).
Conociendo el barrio de Shinjunku
Tomada la decisión, cogimos la linea Yamamote hasta la estación de Shinjuku, con la intención de ir al Ayuntamiento de Tokio para subir al mirador.
Había leído que la estación de Shinjunku era un auténtico laberinto, de hecho, es la mayor estación por tránsito de pasajeros del mundo (2 millones de personas al día).
El caso es que sabiendo la salida que debes tomar la cosa no es tan difícil, pues además está todo muy bien indicado. Cogimos la salida Oeste, que conduce a través de un larguísimo pasadizo hasta el distrito financiero de la ciudad, donde se concentran los rascacielos más altos de la Tokio.
Disfrutando de las vistas desde el mirador del edificio del Ayuntamiento de Tokio
Una vez llegamos al edificio del Ayuntamiento de Tokio subimos hasta su mirador gratuito de la planta 45, a 240 metros de altura.
Con lo nublado que estaba no esperábamos grandes vistas, pero la verdad es que la panorámica no nos defraudó, eso si, la vista tiene que mejorar mucho los días en los que aseguran se consigue ver hasta el Monte Fuji.
Una curiosidad de Japón es que no existe la planta 0, allí la planta a pie de calle es la planta 1.
De vuelta a la estación de tren, paramos a tomar un café y darle a la niña su biberón de rigor. Se notaba que estabas en el distrito financiero, y no sólo por la cantidad de ejecutivos que pululaban por la calle, sino también por los precios del restaurante.
Por el camino nos topamos con una aparato curioso, se trataba de una máquina para limpiar las gafas mediante inmersión en un liquido y vibración que las ópticas colocan en la calle a disposición de los viandantes. Damos fe de que el invento funciona y deja los cristales bien limpios. Siempre que veíamos una aprovechábamos.
Comiendo en le Mercado de Pescaso de Tsukiji
Ya en la estación cogimos el tren con dirección a Ginza, donde pretendíamos visitar el mercado de Pescado de Tsukiji, y luego acercarnos al jardin Hamarikyu para tomar un barco hasta la isla de Odaiba.
Como era de esperar el mercado a esas horas estaba ya desierto, y es que para ver la mayor lonja del mundo en funcionamiento hay que madrugar mucho.
Afortunadamente, lo que si estaba abierto eran los pequeños restaurantes de Sushi y Sashimi que hay dentro del mercado. Elegimos el que más cola de autóctonos tenía para entrar.
Es cierto que los precios son elevados, pero la calidad nos pareció soberbia. Tomamos un Sashimi de Salmón, Atún y huevas por 2.800 JPY, acompañado de arroz y sopa de Miso. Delicioso.
Paseo por el Jardín de Hamarikhu
Tras la comida, fuimos al cercano jardín de Hamarikhu desde donde parten barcos hasta la isla de Odaiba.
Para entrar en el jardín hay que pagar una entrada de 300 JPY, y sólo pagando la entrada se puede llegar hasta el embarcadero. Dimos una larga vuelta por el agradable jardín, que al margen de estar muy bien cuidado, destaca por el contraste que produce con los altos edificios de oficinas colindantes.
En Ferri hasra la isla artificial de Odaiba
Tomamos el último barco a las 16:40 (740 JPY). Tras hacer trasbordo en el embarcadero de Hinode, cruzamos la bahía r por debajo del imponente puente Rainbow y nos plantamos en menos de 30 minutos en el muelle de la isla artificial de Odaiba.
Lo primero que hicimos fue acercarnos al mirador de Odaiba que hay frente a la estatua de la libertad, desde el que se tienen unas vistas inmejorables de la bahía de Tokio y su skyline.
A pesar de lo que mucha gente se piensa (yo me incluía entre ellos), la estatua de la libertad auténtica no es la que se encuentra en Nueva York, sino otra que está en París, en el rio Sena, de la que tanto esta de Odaiba, como la de Manhattan, son replicas. Sea como fuere, las vistas son espectaculares.
Continuamos nuestro paseo por la isla, haciendo una primera parada en el centro comercial DiverCity de Odaiba, uno de tantos de los que se encuentran en la isla, famoso por tener una estatua de un Gundam de 18 metros de altura.
Siguiendo nuestro periplo de centro comerciales paramos en el Venus Fort, ambientado en la Italia del S. XVIII, algo hortera para mi gusto. Compramos algunas cremas de Shiseido que se suponen están a muy buen precio, eso si, por lo visto la gama japonesa no tiene nada que ver con la europea con lo que es difícil comparar.
Nos asomamos también al Toyota Mega Web, museo interactivo de la marca de coches.
Saturados de tanto centro comercial, nos sentamos un rato a ver el espectacular juego de luces y sonido del edificio de la cadena privada de televisión Fuji TV.
Sin duda a Martina aquello fue lo que más le gustó de todo el viaje, si por ella fuera se hubiera quedado allí los 15 días obnubilada con tanta lucecita de colores.
Cenamos en un restaurante algo caro de tempura en el centro comercial Aquacity (3.000 JYP), del que nos llamó la atención su planta baja llena de tiendas de ropa y complementos para perros. La gama de cochecitos de paseo para perros era espectacular.
Antes de marcharnos de la isla no pudimos resistirnos a visitar por última vez el mirador de la bahía para ver el Skyline iluminado.
Para volver a la ciudad tomamos el Yurikamome (380 JPY), un tren elevado con ruedas no tripulado que conecta la isla con la estación Shimbasi. Conseguimos sentarnos en los asientos de la cabecera, donde mejores vistas se tienen.
El trayecto es muy entretenido, es como ir en una montaña rusa rodeada de rascacielos iluminados.
