Día 6.- Tokio: Excursión a Nikko y las lluvias torrenciales. Shibuya
El día se levantó muy nublado y con algo de lluvia. Nada bueno para hacer la excursión prevista a Nikko, pero después de haber renunciado el día anterior a Kamakura para terminar de ver Tokio, no queríamos prescindir de visitar los espectaculares templos de Nikko.
Cómo llegar a Nikko desde Tokio
Para llegar a Nikko desde UENO, es necesario tomar dos trenes, un Shinkasen hasta Utsunomiya, en la misma línea que comunica Tokio con la tristemente famosa ciudad de Fukushima, y luego un tren local hasta Nikko.
El trayecto en Shinkasen nos resultó muy cómodo. No reservamos asiento, así que fuimos en uno de los vagones con asientos no reservados, sin que tuviéramos ningún problema en encontrar sitio para los tres.
Cuando llegamos a Utsunomiya la cosa se puso realmente fea, llovía bastante y según avanzábamos hasta Nikko el cielo se vía cada vez más gris, lo que nos hacía temer lo peor. Nuestros malos presagios se confirmaron al llegar a Nikko, llovía tanto que subir a la zona de templos con la niña era una auténtica irresponsabildiad.
Visita a Niko pasada por agua
Sin querer resignarnos a desistir de la visita, nos acercamos como otros tantos turistas a una pequeña tienda frente a la estación que hacía ese día su agosto vendiendo paraguas y chubasqueros. Nos proveímos de ambos con la ilusión de que parara algo de llover y poder subir a la niña en la mochila portabebés, con los paraguas y chubasqueros, para al menos ver el Templo Toshogu.
Esperando a que escampara nos tomamos un café, y un biberón, en la cafetería de un hotel con Onsen que había frente a la estación. El café aparte de malo fue carísimo 500 JPY.
Después de algo más de una hora viendo llover por la cristalera de la cafetería y de que el camarero nos confirmara que las previsiones eran de lluvias torrenciales nos rendimos y decidimos volver a la estación para coger el tren de vuelta a Tokio. Por si nos quedaba alguna duda, en la estación nos encontramos con un grupo de mochileros españoles que acaban de bajar de los templos y nos confirmaron que no tenía ningún sentido subir, pues la visita se hacía imposible con la lluvia, y más con un bebe.
Los mejores Ramen de Tokio
Con la espinita clavada de no haber podido hacer ni la excursión de Kamakura, ni la de Nikko, en la que teníamos puestas muchas ilusiones puestas, llegamos de vuelta a UENO a la hora de comer.
Afortunadamente no todo fue malo, encontramos un restaurante de Ramen junto al hotel que a la postre resultó ser uno de los sitios donde mejor comimos en Japón.
La carta era bien sencilla, pues constaba de 4 o 5 tipos de Ramen (Tallarines en sopa con carne, verduras, y diferentes ingredientes), con distintos tamaños y acompañamientos.
Antes de pedir, había que ir a la máquina que tenían dispuesta en la entrada, parecida a las máquinas expendedoras de tabaco, para sacar, previo pago (750-1200 JPY), los tickets correspondientes a los platos elegidos.
Como en la mayoría de los restaurantes de Japón no existen mesas donde poder sentarte frente a tu acompañante cara a cara, sino que los asientos son individuales dispuestos delante de una barra corrida, en muchos casos situada frente a la pared.
Me imagino que esa disposición responde en parte al pragmatismo japonés (los comensales se distraen menos y acaban antes), y en otro parte a las dificultades evidentes de comunicación y sociabilización de la mayoría de los japoneses. Sea como fuere, la barra de este restaurante era muy entretenida, pues rodeaba la zona de cocina de forma que se podía ver cómo los camareros-cocineros elaboraban los platos al ritmo del rock que sonaba en el local a un volumen considerable (cocían los fideos que luego metían en una cuenco lleno de caldo de cocido que salía de unas hoyas gigantes, añadían los condimentos y salsas según el tipo, y por último la carne de cerdo correspondiente que tenían macerando en otra gran hoya).
El restaurante en cuestión está en la esquina que hay junto al Seven Eleven de la calle semipeatonal perpendicular del Hotel Sardonyx Ueno según se sale a la izquierda.
Paseo nocturno por Shibuya
Después de la sabrosa comilona, aprovechando que estábamos cerca del hotel paramos a descansar un rato, antes de volver a visitar Shibuya para despedirnos de la ciudad.
Como teníamos tiempo y llovía algo, pasamos un buen rato en el Starbucks que hay sobre paso de cebra, tomando un café mientras veíamos gente pasar de un lado a otro con sus paraguas transparentes a lo Scarlett Johansson en Lost In Translation.
Volvimos a dar una vuelta por el Shibuya 109 de mujeres, y visitamos también el cercano Shibuya 109 de hombres, mucho menos espectacular.
Dimos también un paseo por la animada calle peatonal Center Gai, llena de tiendas, y por la llamada cuesta de España (Supeinzaka), que recibe ese nombre por su supuesta similitud con las calles españolas. Ni le encontramos el parecido a las calles españolas, ni ninguna gracia especial a la calle.
Para despedirnos definitivamente de Tokio, volvimos a UENO para cenar en el restaurante de Shusi giratorio del primer día que tanto nos gustó.
La camarera se acordaba perfectamente de nosotros, bueno más que de nosotros de Martina, pues tenía un bebe de la misma edad de la que nos estuvo enseñándonos fotos. Ese día en lugar de coger el Sushi de la barra giratoria, decidimos ir pidiendo al cocinero directamente las piezas que nos apetecía para que nos las preparara en el momento.
El día había sido un desastre por la excursión de Nikko, pero al menos habíamos comido y cenado como nunca.