Mumbai: Chhatrapati Shivaji Terminus, Banganga y Malabar Hill.

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Día 20.- Mumbai – Madrid

Hoy era nuestro último día en la India. El vuelo de vuelta salía a las 02:55 horas de la madrugada, así que optamos por pagar la habitación para esa día completo, evitando de esta forma tener que dejar las maletas en recepción desde la 12 de la mañana, y no tener habitación para ducharnos y descansar algo antes de coger el vuelo.
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Estación de ten de Mumbai. Chhatrapati Shivaji Terminus

Nuestra primera visita del día la dedicamos a la cercana Estación de trenes de Bombay: Chhatrapati Shivaji Terminus. Declarada patrimonio de la humanidad, es también conocida como la estación Victoria, pues ese fue su primer nombre al tiempo de su construcción en 1878 en honor a la reina Victoria emperatriz de la India.

La verdad es que desde el exterior el edificio se ve imponente. Por dentro la estación es más funcional que ornamental. Al margen de la arquitectura del edificio, es espectacular ver la cantidad de gente que va y viene, moviéndose en masa al unísono como si de un único ente se tratara.

Durante los atentados del año 2008 los terroristas entraron el la sala de pasajeros lanzando granadas y disparando con sus rifles AK-47 asesinando a unas 58 personas e hiriendo a mas de 100.
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Lo ideal hubiera sido visitar la estación a las 11:00 para ver llegar a los Dabawallas, famosos repartidores de comida, que en numero superior a 4.000, transportan todos los días en tarteras de aluminio (Dabba) la comida para casi 200.000 personas en Bombay. Según The Economist, el margen de error de estos envíos es de uno cada 6.000.000 de envíos.

Banganga en Malabar Hill

A la salida de la estación tomamos un taxi para visitar el tanque de agua de Banganga en Malabar Hill. Cuenta una leyenda local, que el dios hindú Rama, héroe exiliado de Ramayana, se detuvo en él hace 500 años para buscar a Sita, su esposa secuestrada.

Dice la historia que cansado y con sed, Rama le pidió a su hermano Lakshmana que le diera un poco de agua. Este disparó una flecha contra el suelo y el agua comenzó a salir del mismo, creando un tributo y una corriente que se extendió muchas millas más allá, y consiguiendo en ese momento el nombre de Banganga.

Hay que decir que el agua del tanque se mantiene misteriosamente dulce a pesar de estar a escasos metros del mar, eso si, con unos peces que parecen tiburones.

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La verdad es que en el lugar se respira tranquilidad y espiritualidad, por momentos se te olvida que estas en una ciudad tan deshumanizada como es Mumbai. Estuvimos un buen rato contemplado a la gente haciendo sus ritos y ofrendas.

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Jardines colgantes de Malabar Hill

Desde Banganga cogimos de nuevo un taxi hasta los jardines colgantes en la parte superior de Malabar Hill, frente al Parque Kamala Nehru. Son jardines en terraza y desde ellos se tienen buenas vistas de la ciudad, la playa de Chowpatty y Marine Drive.

Tras el paseo por el parque volvimos en taxi al hotel para comer unos bocadillos y descansar un poco.

La tarde la dedicamos a revisitar la puerta de la India y los alrededores del barrio del Taj Mahal, donde hicimos compras en las tiendas oficiales de Levi´s, Lacoste y Benetton, que están a mitad de precio que en España. Cenamos en el recomendable restaurante Oye Kake (760 INR) en el que siguiendo las sugerencias por su amable camarero disfrutamos de sus magníficos platos vegetarianos.

Vuelo de vuelta a Madrid

Con el estomago lleno terminamos de hacer las maletas, y a eso de la media noche tomamos un taxi hasta el aeropuerto (600 INR), que previamente habíamos concertado a través del hotel.

A nuestra llegada al aeropuerto, al disponernos a facturar el equipaje, un trabajador de Lufthansa nos invitó a cambiar nuestro vuelo a Madrid haciendo escala en Munich, en lugar de en Frankfurt, con la ventaja de que llegaríamos media hora antes a Madrid. Accedimos al cambio, pues a fin de cuentas nos daba igual donde hacer la escala, eso si, para cuando ya habíamos aceptado nos informaron que el vuelo salía en menos de 30 minutos, con lo que nos toco correr por todo el aeropuerto acompañados de una azafata de Lufthansa, gracias a la cual, conseguimos saltarnos todas las largas colas de los numerosos controles de aduana y policía que hay en el aeropuerto. Aunque fue estresante, y por momentos llegamos a temer que perderíamos el vuelo, finalmente llegamos a tiempo para embarcar en nuestro vuelo destino a Madrid.

Ya en el avión, empezamos a soñar con nuestro próximo destino…

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