Kuala Lumpur. Batu Caves y Thean Hou (Templo de los faroles)

Visita de las Batu Caves desde Kuala Lumpur:

Nos levantamos tristes, era nuestro último día de viaje, y todavía teníamos ganas de seguir describiendo Kuala Lumpur. Como la línea que pasa por la estación de Putra va directamente a la Batu Caves, decidimos darle una seguna oportunidad al transporte público, pero tan pronto como comprobamos que faltaba casi una hora para que llegara el próximo tren decidimos usar la estupenda  alternativa de Grab (13 MYR), que nos dejó en la misma base del templo.

Desde abajo, una imponente estatua del dios de la guerra Murugan nos da la bienvenida agarrado a su lanza mágica. Murugan es uno de los dos hijos de Shiva y Parvati, el orto es el mucho más conocido Ganesh, representado con su cabeza de elefante.

Junto a la escalinata, un moderno y colorido templo hindú ofrece una primera asistencia a los fieles hindús que se acercan allí con manifiesta devoción. Desde la base, hasta la cueva que esta casi en la cima de la colona, hay 272 coloridos escalones y otros tantos macacos dispuestos ha robar cualquier cosa que les llame la atención o puedan llevarse a la boca.

Menos mal que ya estamos advertidos y no llevamos nada a la vista. Martina por si acaso no duda en amenazar con el paraguas a los que osan acercarse un poco a husmear. Es un show verlos bajar deslizándose por los pasamanos de la escalinata, o como abren las botellas de leche que roban a los fieles que las llevan allí como ofrendas.

Parece que a Murugan no le acaba de gustar nuestra visita, y cuando llevamos algo más de 100 escalones, el cielo termina de volverse negro del todo, y el monzón hace acto de presencia como nunca antes, en los 19 días que llevábamos de viaje habíamos visto. Menos mal que ibamos preparados con chubasqueros y paraguas.

Ya en la cima, la escalinata da paso a una enorme bóveda, dentro de la cual hay distintos santuarios  y un templo principal con un colorido gouparam, al que no han dudado en añadir iluminación led que da al conjunto un cierto toque psicodélico. 

En la parte final de la gruta, el techo de la cueva se abre al cielo dejando entrar la luz, y aquel día, el agua también.

Nos detenemos un rato a contemplar los ritos que practican en el templo principal. Los Brahamanes bañan una bonita imagen de bronce de Murugan con todo tipo de ofrendas que les van llevando los fieles (leche, aceite, arroz, agua…), todo ello entre cánticos, al estilo de la impresionante ceremonia que presenciamos en su día en el templo de Chidambaran (Tamil Nadu – India).

En otro lado del templo, otros fieles hacen cola frente a un Brahaman que anda repartiendo platos de comida. Es un trocito de la India del Sur en Kula Lumpur.

Nos hubiera gustado continuar nuestra visita de las Batu Caves viendo las otras 3 cuevas del complejo, o al menos la Ramayana Cave, pero con la que estaba cayendo decidimos que lo mejor era salir de allí cuanto antes y continuar con nuestro itinerario. Habíamos leído que las Batu Caves era una visita prescindible, sin mucho que ofrecer, pero a nosotros nos habían gustado mucho y creemos que bien merece la visita por su emplazamiento, lo asombroso de la cueva principal, y el atractivo añadido que siempre supone la religión y filosofía hindú.

Excursión al templo chino Thean Hou desde Kuala Lumpur. El templo de los faroles:

Desde las Batu Caves al Templo chino de Thean Hou no tardamos más de 30 minutos (Grab 22 MYR). Nada más bajar nos quedamos alucinados con la vista. El templo es precioso, sobre todo gracias a los miles de farolillos que lo adornan. Además, con la lluvia se ha quedado prácticamente vacío y lo podemos disfrutar en exclusiva. Eso sí, las nubes nos impiden disfrutar de las fantásticas vistas que se supone tiene de la ciudad.

Paseo de despedida por Kuala Lumpur:

Decidimos volver a la ciudad para comer en la famosa calle de Jalan Alor, conocida como el centro neurálgico de la Street food Asiatica. La verdad es que para cuando llegamos es algo tarde para comer, y muchos de los restaurantes y puestos que hay a lo largo de la calle están ya cerrados. Nos sentamos en uno de los pocos que tiene ambiente, por eso, y porque tienen pato laqueado. Comimos bastante bien la verdad, y a muy buen precio. De postre, nos paramos a comprar algo de Rambutan y Fruta del Dragón en un puesto. Que buena esta la fruta en Asia, y como la vamos a echar de menos.

    Con el estómago lleno volvimos al Hotel para terminar de hacer las maletas y descansar algo antes de despedirnos de la ciudad viendo el espectáculo nocturno de luces bajo las Torres Petronas, con la que pusimos colofón a un fantástico viaje.

Ya sólo quedaba dormir unas horas, y salir de madrugada rumbo al avión que nos llevaría de vuelta a casa. En la mente los buenos momentos que habíamos pasado juntos y sobre todo, las maravillas naturales que habíamos visto y que cada vez son más difíciles de disfrutar en el mundo.

Con Malasia damos por terminado por ahora, y no sin pena, nuestro periplo por Asia. No es un adiós, sino una hasta luego. Aunque nos cueste, tenemos que dar oportunidad a otros destinos como África o Sudamérica, de los que esperamos disfrutar, tanto o más, y como siempre, en familia.