Día 18.- Allepey-Cochín
Ultimas horas en barco por Allepey
Con las primeras luces el día entrando por la ventana de nuestro camarote, nos apresuramos a salir a cubierta para disfrutar del amanecer. Junto a nuestro barco, un pescador se afanaba en su pequeña barca por recoger apresuradamente sus redes antes de los que grandes Ketuvallams reanudarán su marcha por el gran canal.
Antes de partir, disfrutamos de un gran desayuno a base de zumo, tostadas, huevos y fruta fresca. Nada más terminar, reanudamos la navegación por los canales, a estas horas más tranquilos y solitarios.
Al cabo de un par de horas, ya estábamos de vuelta en el muelle de la agencia. Nuestra estancia en el paraíso se nos había hecho tan breve como inolvidable. Nos despedimos de la tripulación agradecidos, y volvimos a la carretera rumbo a Cochín.
Traslado en coche desde Allepey hasta Cochin
En menos de dos horas, ya estábamos en la ciudad de Cochín (Kochi) visitando la basílica de la Santa Cruz. La verdad, es que al igual que el resto de atracciones turísticas de esta tranquila ciudad, la iglesia no nos despertó demasiado interés.
Muy cerca, se sitúa el puerto marítimo, donde pudimos ver las famosas redes chinas, y los puestos ambulantes de pescado y marisco. Las redes chinas, símbolo turístico de la ciudad, fueron introducidas por comerciantes Mongoles.
Se trata de grandes instalaciones fijas situadas en la orilla del mar, con una altura de más de quince metros, construidas a base de enormes redes y una estructura de madera a modo de pinza, que sumerge y alza las redes con ayuda de una sistema de contrapesos accionado por los pescadores.
La verdad, es que no parece que a día de hoy se utilicen para la pesca, si acaso de los turistas que, “invitados” por los pescadores, participan en el accionamiento de estos artilugios a cambio de una propina.
Los puestos de pescado fresco que se sitúan alrededor de la redes, venden sus productos que son cocinados más tarde en alguno de los restaurantes y parrillas situados en las proximidades. Cada puesto esta concertado con un restaurante de la zona. Se pueden encontrar camarones, langostas, pequeños tiburones, y todo tipo de pescado variado a buenos precios.
Barrio Judio y Sinagoga Paradesi de Cochin
Continuamos nuestro tour con la visita del Barrio Judío y la Sinagoga Paradesi. El barrio esta lleno de tiendas bastante caras de antigüedades y souvernirs, donde los vendedores llegan a resultar demasiado pesados. La pequeña sinagoga, la más antigua de la Commonwealth, fue construida en 1568 por descendientes de judíos, sobre todos españoles sefardíes. Lo más relevante de la construcción son los azulejos chinos que decoran el suelo de su interior, junto con candelabros y lámparas de araña de cristal de Murano. La planta superior, reservada a las mujeres, siguiendo los ritos ortodoxos que les impiden celebrar culto junto a los hombres, no es accesible al publico.
Palacio de Mattancherry
Cerca del barrio judío nos encontramos con el Palacio de Mattancherry, vestigio de otras civilizaciones que convivieron en la ciudad, los portugueses y holandeses. En la actualidad, se trata de un museo donde se contemplan las vestimentas, mobiliario y pinturas del Raja de Cochín y la época colonial. No tengo fotos del palacio, pues dentro del recinto esta prohibido hacer fotos, y el palacio por fuera carece del más mínimo interés.
Aunque nuestra primera intención era comer pescado fresco en el puerto, el cansancio nos empujó finalmente a decidirnos por ir al hotel a descansar, comer algo y disfrutar una rato de la piscina. Nos alojamos en el Hotel Tissa Inn, muy recomendado por Tripadvisor. Tiene una relación calidad-precio inmejorable, buena ubicación situado en Fort Cochín, muy próximo al puerto, con una piscina pequeña piscina en su azotea muy de agradecer.
Espectáculo de Danza Kathakali
Después de unas horas de relax, ya al atardecer, nos dispusimos a asistir a la famosa representación de Danza Kathakali que todas las noches se celebra en el teatro de la ciudad.
El Kathakali combina mimo, danza y música para dramatizar una historia de la mitología Hindú, y en su versión original la representación puede durar hasta un día completo. En nuestro caso, el espectáculo duró escasos cuarenta minutos. Conviene llegar antes para asistir a la interesante sesión de maquillaje. La verdad, es que sin desmerecer a los actores, que hay que reconocer hacen muy bien su trabajo, pues interpretan casi en exclusiva con los ojos y las manos, el espectáculo no nos entusiasmo demasiado.
Tras la danza, dimos un paseo por la zona antigua de la ciudad, y terminamos cenando en el Restaurante italiano Upstairs, situado frente a la Basílica de la Santa Cruz.
Aunque bastante caro, el ambiente y la música son sobresalientes. Muy buenos también los batidos. Alucinamos con uno de los simpáticos camareros que había aprendido algo de español durante su estancia en Los Ángeles, hablaba también portugués, italiano e inglés.