Día 10: Guilin – Hong Kong.
Viaje en tren de Alta Velocidad de Guilin a Hong Kong:
Hoy nos tocaba trasladarnos en tren de alta velocidad hasta Hong Kong, donde pasaríamos dos noches. Íbamos algo preocupados, pues sólo dos días antes había pasado por allí el Tifón Hato, de fuerza 8/10, había dejado 16 fallecidos, y más de un centenar de heridos. Las previsiones meteorológicas eran además muy malas.
Ya se sabe que cuando uno viaja por Asia en el mes de agosto, es fácil encontrarse con tifones, pero este había sido uno de los peores en muchos años.
El tren partía desde la estación norte (Gulin Bei 桂林北站) a las 10:58 horas. Es el primero de la mañana, y llega a Shenzhen North 深圳北站 a las 14:03.
En nuestro caso, para asegurarnos el billete, lo compramos desde Madrid 30 días antes, que es cuando salen a la venta. La compra la hicimos a través de la agencia Travel China Guide, que a diferencia de CTRIP nos permitía comprar billete para Martina al 50% del precio de adulto. Además, para no estar preocupados de retirar los billetes e ir directamente al anden, pedimos que nos los enviaran a nuestro primer hotel de Pekin. En total fueron 93 € (dos adultos y la niña).
El taxi, desde el hotel hasta la estación de tren fueron 10 ¥, y no tardamos más de 20 minutos. La estación de tren de Guilin es imponente, y podría pasar fácilmente por un aeropuerto.
Muy del estilo de los Shinkansen japoneses, el tren partió puntual. A ratos la velocidad llega a los 305km/h. Nuestros billetes eran de en segunda clase, más que suficientes para hacer un trayecto de tres horas como el nuestro. De hecho, apenas hay diferencia entre la segunda clase, y la primera, si acaso que los asientos son algo más anchos. En ambos casos, mucho más cómodo que un pasaje de avión en clase turista.
Nos llama la atención que todo el mundo en el tren va tomando fideos instantáneos, sirviéndose de los grifos de agua caliente que hay dispuestos al efecto entre vagón y vagón.
Sin casi darnos cuenta, dejamos atrás las verdes llanuras chinas y entramos en la gran ciudad de Shenzhen, de la que llama poderosamente la atención el gran rascacielos que sobresale sobre el resto. Se trata de la torre Ping An Finance Center, la segunda más alta de china y cuarta del mundo, con 599 metros de altura, y 115 pisos.
Nuestra desagradable experiencia cruzando la frontera entre China y Hong Kong por Futian Chekpoint:
Tras bajarnos del tren, y sin salir de la estación, seguimos las indicaciones que nos conducen hasta la línea 4 del metro (línea roja). Antes aprovechamos para comer algo rápido en un restaurante que hay en el propio centro comercial de la estación.
La Linea 4 del metro conduce hasta la estación de Futian Chekpoint, uno de los puntos fronterizos entre China y Hong Kong. El trayecto dura algo menos de 20 minutos y cuesta 4 Yuanes. El paso fronterizo está dentro de la propia estación, siguiendo los carteles que anuncian la entrada a Hong Kong. Antes, tenemos la tentación de cambiar los yenes que llevamos por dólares de Hong Kong, pero el cambio es nefasto.
Para cruzar la frontera es necesario pasar dos controles de pasaportes, el Chino primero y luego el Hongkonés donde hay que rellenar un formulario de entrada. En principio el tema parece sencillo, pero en nuestro caso se complicó más de la cuenta. Y es que cuando ya sólo faltaba por comprobar el pasaporte de Martina, algo le llamo la atención a la funcionaria de inmigración China, y rapidoo llamó a sus superiores para que se personaran.
Nos llevaron educadamente a una zona apartada del control de frontera donde nos dijeron que tenían que comprobar los datos del visado de Martina. Fueron 20 minutos angustiosos los que esperamos allí, hasta que nos dijeron que había habido un error de transcripción del apellido de la niña al tiempo de tomar los datos en la frontera de Pekín por el que nos pidieron disculpas. Menos mal que la cosa quedó en un susto. Ya nos veíamos sin poder salir del país.
Llegada a Hong Kong. La China más capitalista.
Es curioso, estamos en el mismo país, pero, la moneda y el sistema económico son distintos. Un país dos sistemas, el socialista y el capitalista. Ciertamente, la distinción no es hoy en día muy apreciable a simple vista.
Nada más pasar el control, en el pasillo contiguo, encontramos oficinas de cambio, esta vez sí con conversiones razonables (1 € – 8,670 HK$).
En el mismo pasillo, nos hicimos también con la tarjeta de transportes recargable OCTUPUS. La tarjeta cuesta 150 HK$, de los que 50 HK$ son en depósito que te reintegran al devolver la tarjeta, y los restantes 100 HK$ sirven de saldo recargable para utilizar todos los medios de transporte en Hong Kong. Es fácil y cómoda de utilizar. Además, se supone que el precio de los billetes es algo más barato que si se paga en efectivo.
Martina, que ya tiene 3 años, tiene que pagar transporte en Hong Kong. El caso es que, acostumbrados a la gratuidad en el resto de China, decidimos no comprarla tarjeta. Tuvimos suerte y entró en todos los sitios gratis sin que nadie nos dijera nada.
La estación de metro de Futian Checkpoint se convierte tras el paso fronterizo en la estación de Lok Ma Chau. Desde allí, hasta la céntrica estación de Ya Ma Tei, donde esta situado nuestro hotel (The Salvation Armay Booth Lodge), son algo menos de 1 hora, incluido un transbordo (43 HK$).
Paseo nocturno por Hong Kong y espectaculo de luces en la bahía (Symphony of Lights):
Entre unas cosas y otras, salimos ya cayendo la noche a dar una vuelta por la ciudad. Antes, cambiamos dinero en una de las múltiples casas de cambio que hay a lo largo de la calle Nathan Road, que vertebra la zona de Tsim Sha Tsui ( 1€ = 8,80 HK$).
Se nota que estamos en una de las ciudades más densamente pobladas del mundo. Aunque distinto, todo nos recuerda de alguna manera a las calles más céntricas de Tokio.
Andamos ligeros pues tenemos que llegar a la Avenida de las Estrellas antes de las 20:00 que es cuando empieza el espectáculo de Symphony of Lights. Una pena, pero la Avenida de las Estrellas está en obras, y no se puede acceder a la famosa zona donde ese encuentra la estatua de Bruce Lee.
Llegamos a tiempo de coger un sitio en primera fila para disfrutar del espectáculo de luces. El Skyline es imponente, el número de rascacielos por metro cuadrado es difícilmente superable, y prácticamente todos esta vistosamente iluminados. No obstante, después de mucho discutir, convenimos que, aun siendo mucho menos grandioso, nos gusta más el coqueto skyline de Singapur. Aún, no habíamos visto el de Shangai.
El espectáculo, nos parece algo flojo, pero no deja de ser recomendable. Martina queda en cualquier caso fascinada, más cuando la contamos que el edifico rosa (Torre del banco de china), es la casa de la patrulla canina.
Cruzando la bahía de Hong Kong en el Star Ferry:
Como aún queda noche por delante, y Martina esta aún muy entera, decidimos cruzar la bahía en la que es otra de las atracciones principales de la ciudad el Star Ferry.
Se trata de un barco que cruza desde el Kowloon, junto a la avenida de las estrellas, hasta la isla de Hong Kong donde se encuentran los rascacielos (2,5 HK$). Por error cogemos el que lleva hasta la estación de Wan Chai, en lugar del barco que va a Central.
El trayecto al ser más largo, y discurrir oblicuo al skyline es más escénico, pero nosotros queríamos ir a Central para acercarnos a cenar al restaurante Tim Ho Wan, famoso por ser el estrella michelín más barato del mundo (Menos de 10 € por persona).
Desde Wan Chai hasta el centro comercial International Finance Center (IFC Mall) donde se encuentra el restaurante damos un largo paseo que discurre entre largas pasarelas peatonales y escaleras mecánicas rodeadas de rascacielos. Son menos de las 10 de la noche, y todas las tiendas y restaurantes del IFC Mall están cerradas. Preguntamos, y nos dicen que se ha optado por cerrar todos los comercios en previsión del nuevo tifón que esperan. Sabíamos que las previsiones para el día siguiente eran malas, pero desconocíamos que esperaban la llegada de un nuevo tifón.
El caso es que de pensar que cenaríamos en una estrella michelín, pasamos a cenar en un McDonald’s, que fue lo único que encontramos abierto, y encima con la incertidumbre de que pasaría el día siguiente con el nuevo tifón.