Conociendo el Parque Nacional de Manuel Antonio.

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Día 11: Bahía de Drake – Parque Nacional Manuel Antonio.

Traslado de Drake hasta Quepos y el Parque Nacional de Manuel Antonio:

El plato fuerte del día era la visita del Parque Nacional de Manuel Antonio, pero antes teníamos que volver en barca hasta el muelle de Sierpe y recoger el coche para recorrer lo 125 KM (2 horas) de carretera.

No despedimos de Drake con tristeza y muy buen sabor de boca. Para nosotros la estancia allí, con la vistita del Parque Nacional de Corcovado, fue sin duda lo mejor del viaje. La barca de vuelta fue si cabe más movida que la de ida pero disfrutamos del bonito y siempre verde paisaje de la costa y la zona de los manglares.

Ya en tierra recogimos nuestro coche y nos pusimos rumbo a Quepos, donde teníamos nuestro alojamiento previsto para esa noche, el Hotel Sueño Tranquilo. Aunque no nos dejaron hacer el checkin por ser muy pronto, si nos dejaron dejar las maletas, y nos recomendaron un sitio en Quepos (Cafeteria La Panera) donde compramos unos Sandwichs para comer durante nuestra visita al Parque Nacional de Manuel Antonio, y desayunamos estupendamente.

Visita del Parque Nacional de Manuel Antonio:

Llegamos a la puerta del Parque Nacional de Manuel Antonio a medio día. Como habíamos leído, ya desde un kilometro te acosan para que aparques el coche en algún parking privado con la advertencia de que el suyo es el último antes de llegar al parque, lo cual no es cierto, pues hay parkings provados, eso si, en la misma entrada del parque y al mismo precio que el resto (400 CRC). También te acosan para que contrates guía. Se hace muy patente que esta zona del país es la más turística y la más visitada por los ciudadanos norteamericanos.

Compramos las entradas en laWeb Oficial del Parque Nacional de Manuel Antonio (16 USD/Adulto y 5 USD/Niño). Antes de entrar revisan las mochilas porque esta prohibido introducir comida del exterior. Con nosotros hacen la vista gorda al ver que vamos con una niña pequeña.

El Parque cuenta con varios senderos muy bien señalizados, y es el menos “natural” y más masificado de todos los que visitamos, pero precisamente por esto es muy fácil ver animales, pues hay muchos guías y turistas observando, y tiene como aliciente el contar con unas bonitas playas donde poder bañarte durante la visita.

La verdad es que nuestra primera impresión del Parque no pudo ser mejor, pues nada más entrar ya vimos una serpiente Lora Verde, y la vimos porque junto a la serpiente había un grupo de turistas alertando de su presencia, sin los cuales, seguro que nos hubiera pasado desapercibida.

Gracias a un amable guía pudimos ver también un Oso Perezoso. Ya pensábamos que nos íbamos a ir de Costa Rica sin ver en condiciones a su animal más emblemático. El guía que iba con una pareja de Holandeses tuvo el detalle con Martina de hasta grabarla un video con el móvil del Oso Perezoso. A Martina aquello le alegró el día.

Disfrutamos también de los monos aulladores, las iguanas, los colibrís y hasta de las Chicharras.

Merece mucho la pena también hacer el sendero de los Miradores. Entre la humedad y el desnivel el sendero se hace algo pesado, pero el cansancio queda recompensado con las vistas del litoral que se obtiene desde los miradores de Puerto Escondido y Punta Serrucho.

Para nuestra desgracia el día estaba bastante nublado y lloviznaba a ratos, con lo que apenas pudimos disfrutar de la Playa de las Gemelas.

Para cuando llegamos ya a la Playa de Manuel Antonio, la más famosa de todas y distinguida como una de las mejores de todo Costa Rica, el cielo seguía muy encapotado y estaban ya a punto de cerrar el parque. Tuvimos el tiempo justo para darnos un chapuzón. Nos quedamos con ganas de haber disfrutado más de esa playa, y de haberla podido contemplar con sol.

De vuelta a Quepos nos relajamos un rato en la piscina del hotel, y ya caída la noche nos dispusimos a salir a cenar cuando empezó a llover de forma torrencial. Teníamos pensado ir a cenar al muy turístico y original Restaurante El Avión, pero al ver la que estaba cayendo decidimos cambiar de planes y nos acercamos a la marisquería que habíamos visto frente al hotel. Se trata de la Marisqueria Sabromar, y la verdad es que la decisión resultó todo un acierto. Cenamos estupendamente a base de pescado y marisco fresco y a un precio muy económico.

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