Día 1 y 2: Vuelo Madrid – Singapur. Visita de los Jardines de la Bahía y Marina Bay.
Volar desde Madrid a Singapur con Emirates:
Volamos con Emirates haciendo una pequeña escala de tan sólo 1 hora y 45 minutos en Dubái que, gracias a los helados que ofrece gratuitamente la compañía en la zona de embarque, se nos hizo aún más corta. En total, contado la escala, fueron 16 horas y 45 minutos. Tiempo suficiente para ver unas cuantas películas, y echar alguna que otra cabezadita. Martina aprovechó de lo lindo la situación para ver más dibujos animados que en toda su existencia. La compañía correcta, pero sin nada especial.
Llegamos a la hora prevista a Singapur, las 14:05 h, y no tardamos demasiado en pasar el control de pasaportes, recoger nuestras maletas y sacar algo de dinero del ATM. Para desplazarnos a la ciudad decidimos tomar el metro: rápido, limpio y barato. El problema es que para comprar los tikects la máquina sólo acepta billetes pequeños. Menos mal que estábamos ya prevenidos de nuestra anterior visita a la ciudad, y no dudamos en acercarnos a las taquillas para pedir cambio al revisor, aunque haya un cartel que en enormes letras advierte que no dan cambio. Al ver la cara de turistas cansados que llevamos no tuvieron problemas en cambiarnos. El que se supone es el mejor y más moderno aeropuerto del mundo no tiene una máquina para dar cambio.
Nuetro hotel en Littel India (Signapur).
Sin casi darnos cuenta, y después de un transbordo, ya estábamos en la estación de Littel India, a escasos dos minutos de nuestro hotel, el Ibis Budget Selegie. Tras dejar las maletas en la habitación, lo primero que hicimos fue subir a la piscina de la azotea para relajarnos un poco. Lo suficiente par reponer algo de fuerzas y salir a disfrutar de la tarde-noche de Singapur.
Espectáculo de luces de los Jardines de la Bahía.
Ya habíamos visitado en Singapur en el año 2010, durante nuestro viaje por Indonesia, y en los tres días completos que pasamos entonces tuvimos tiempo suficiente de recorrernos de cabo a rabo la ciudad, y disfrutar de todas sus atracciones más famosas (Marina Bay Sands, Clarke Quay, Singapore Flyer, Chinatown, Little India, Barrio Árabe…). Eso sí, por aquel entonces aún no habían construido los Jardines de la Bahía, es más, los terrenos donde hoy se levantan eran todavía un trozo más de mar. Así pues, la decisión de que visitar aquella noche era muy fácil. Llegamos a tiempo de ver el espectáculo de luces que todos los días hacen a las 20:00 y 21:00 bajos los Supertrees Grove.
No tiene pérdida, basta con bajarse en la estación de Bayfront, y seguir a las hordas de turistas que han tenido la misma idea que nosotros. El espectáculo es ciertamente espectacular y merece mucho la pena. Ya de por si los Supertrees son impresionantes, pero con los efectos de luz y sonido la cosa adquiere tintes mágicos. Como telón de fondo, el icónico Marina Bay Sands y la Singapore Flyer. Menuda carta de presentación para una ciudad que, si bien algunos le achacan con razón ser artificial, a nosotros nos tiene alucinados por la cantidad y variedad de atracciones turísticas que ofrece, a cada cual, más innovadora, espectacular y original. Es como si siempre estuvieran preocupados en deslumbrar a los visitantes con modernas e insólitas atracciones. Para nosotros Singapur es un enorme parque de atracciones que nadie que visite el sudeste debería perderse.
Cena en el Hawkwe de Makansutra Gluttons Bay en Singapur.
Aún boquiabiertos del espectáculo, dimos un paseo por el parque, y nos dispusimos a buscar algún lugar donde cenar. Primero lo intentamos en el muy recomendado restaurante Din Tai Fung, en la planta baja del centro comercial de Marina Bay Sands, pero estaban llenos y no aceptaban más reservas. Desconcertados, y sin que las otras ofertas gastronómicas del Marina Bay nos atrajeran demasiado, decidimos acercarnos andando hasta el Hawker de Makansutra Gluttons Bay, en Esplanade Park. De camino nos deleitamos con el skyline de Singapur. Como otros tantos Food Center, alrededor de cientos de mesas comunes, se disponen distintos puestos de comida callejera, cada uno con una especialidad propia.
Estando en Singapur no podíamos dejar pasar la oportunidad de probar el Chilli Crab, plato típico de Singapur. Se trata de un gran cangrejo que se sirve salteado con una salda roja agridulce de tomate, huevo, jugo del propio cangrejo y chili, bastante picante y tan pegajosa que sirven con unos guantes desechables de plástico. Es tan pringoso como delicioso. El cangrejo, unas alitas de pollo, un gran arroz salteado con verduras, cervezas y agua fueron 56 SDG.
Para ser el primer día, recién aterrizados tras casi 17 horas de vuelo, el día no había estado mal. Así que, tras la cena, y un pequeño paseo por Marina Bay, nos despedimos de la ciudad hasta el día siguiente.