Día 3: Pekín: Visita fallida a la Ciudad Prohibida. Gran Muralla (tramo de Mutianyu) y Mercado Nocturno De Wangfujing
Estamos hablando de la plaza más grande del mundo (850 por 500 metros), que a las 8:30 de la mañana no era capaz de dar cabida a tanta gente como allí se agolpaba, bien para acceder a la Ciudad Prohibida, bien para rendir homenaje a Mao Zedong en su mausoleo. Fue en ese momento cuando empezamos a darle sentido a lo que no era más que la principal consecuencia de estar en el país más poblado del planeta: En China hay muchos Chinos. Puede parecer una obviedad, pero es algo que hay que tener muy en cuenta si se pretende viajar a China, pues resulta más patente si cabe en lo lugares más turístico, donde los Chinos se agolpan en tropel. Y es que los Chinos, a diferencia de los Indios, que también son unos cuantos, no sólo se pueden permitir hacer turismo, sino que además disfrutan del mismo.
Por si fuera poco, muchos de ellos van inseparablemente unidos a sus maletas ¿Por qué hay tantos chinos con maletas pululando de un lado a otro? ¿Es necesario pasearlas por la Ciudad Prohibida? Esta claro que para los Chinos todo es más o menos prescindible salvo el móvil y su maleta. La pobre Martina, subida a hombros, no hacía más que mirar a uno y otro lado y repetir: “Papa, Mama, hay muchos Chinos”.
Visitando el tramo de Mutianyu de la Gran Muralla China:
Sin mucho tiempo para lamentarnos, tuvimos que replantearnos el día y hacer la otra visita estrella de Pekín, la Gran Muralla (Tramo de Mutianyu 慕田峪) .
Al tiempo de preparar el viaje, una de las cuestiones que hay que plantearse es que tramo de muralla visitar. La cuestión no es sencilla si tenemos en cuenta que la muralla tiene una longitud de más de 8.800 kilómetros. La cosa se vuelve más fácil a poco que se indaga en que tramos son accesibles al turismo desde Pekin, lo que deja reducido el tema a dos opciones principales: Badaling y Mutianyu.
Nosotros nos decantamos finalmente por el tramo de Mutianyu, ya que aun estando algo más alejada de la capital (90 KM frene a 75 KM), presenta el aliciente de estar menos masificada, y lo que es más importante viajando con una niña, dispone de un divertidísimo sistema de descenso: un tobogán de varios kilómetros con el que todo crio ha soñado en algún momento de su infancia.
Cómo llegar a la Gran Muralla China (Tramo Mutianyu):
Para llegar a Mutianyu desde Pekin tuvimos que desplazarnos en metro hasta la estación de Dongzhimen (东直门枢纽). Una vez allí, salir al exterior siguiendo las indicaciones de “Bus Hall” (Salida E), y ya dentro de la estación de autobuses buscar el autobús nº 916 快 (快 significa “rápido”. Hay otro autobús nº 916 no rápidos que hace muchas más paradas intermedias).
El precio del billete, que se paga al conductor en el interior del autobús, es de 12 ¥ por persona (La niña no paga pero tiene asiento). El conductor nos perdona 4 ¥ porque no llevamos suelto, y el no da cambio, pues el ticket se paga introduciendo el importe exacto en una máquina. Para que luego digan que los Chinos no son majos. El trayecto hasta la estación de autobuses de la población de Huáiróu, última parada, dura alrededor de 1h30.
Como ya habíamos leído, en algunas de las paradas intermedias se sube gente buscando turistas a los que “engañar” diciendo que ya has llegado a Muntianyu, para que te bajes y luego no te quede más remedio que contratar sus servicios de chofer para que te acerquen hasta la muralla. Como nosotros éramos los únicos turistas extranjeros sólo se dirigían a nosotros, pero como ya nos sabíamos la historia, con ignorarles es más que suficiete.
Una vez en la estación de autobuses de Huáirou, hay que negociar con los conductores que allí se ofrecen para recorrer los últimos 25 KM que hay hasta la muralla. En nuestro caso la negociación fue fácil, pues había varios conductores y éramos los únicos turistas. Pagamos 30 Y por el trayecto.
Eran las 13:00 horas cuando llegamos a las taquillas, allí nos despedimos del conductor con el que apalabramos vernos a la vuelta, a eso de las 16:30. Hay dos tipos de tickets, según se prefiera subir y bajar en teleférico (Torre 10), o subir en telesillas (Torre 6) y bajar en tobogán (180 ¥. Martina no paga). En uno u otro caso, la entrada incluye un autobús lanzadera que te deja en la base, junto a la salida del telesillas y el teleférico. Desde las taquillas se aprecia a lo lejos la larga y estirada silueta de la muralla.
Subida en telesillas a la Muralla China, recorrido a pie, y bajada en tobogán:
A partir de la torre nº 1 la muralla continua, pero al no estar ya restaurada, esta parcialmente ocupada por la vegetación lo que hace difícil transitar por ella.
Ciertamente, aunque el paraje montañoso es impresionante, y uno puede hacerse una idea de la magnitud de semejante obra arquitectónica intentando seguir su silueta a lo largo de las montañas, la la Gran Murallas es más impresionante por lo que es, una muralla de más de 8.000 Kilómetros que atraviesa en su recorrido montañas, desiertos y llanuras, que por lo que se ven en la visita.
Nos pasamos 20 minutos buscando a alguien que quisiera subirse a la camioneta, lo que provocó que terminamos enfadándonos bastante con aquella testadura mujer, que no paró de darnos vueltas y vueltas hasta que no consiguió convencer a 3 chinos más para se unieran a nosotros. La primera experiencia con una conductora china no había sido buena, aunque comparado con la que sería nuestra segunda experiencia con las taxistas chinas, aquello resulto ser una broma.
Visita del mercado nocturno de Wangfujing:
De vuelta Pekín, ya anocheciedo, decidimos ir a visitar el Mercado nocturno de Wangfujing. Situado en las calles aledañas a la importante y céntrica Wangfujing Street, se trata de un mercado al aire libre, abarrotado de gente que acude allí atraída por las famosas brochetas de Escorpiones, Cucarachas, Estrellas y Caballitos de mar que tienen allí más como reclamo turístico, que como manjar culinario que degustar. No vimos a nadie probando de esas brochetas, pero si de otra muchas de aspecto y sabor más mundano, como pulpo, salchicha, patata…
Aunque algo desangelado, y con la mitad de la carta no disponible, termínanos cenando bastante bien. Muy curioso que el restaurante al estar en un Hutong tradicional no tiene baño, y hay que salir a la calle en busca del cercano baño público, lo que de noche no deja de ser toda una experiencia.