Día 19.- Cochín-Mumbai
Llegamos a Mumbai un poco antes de las once de la mañana. Tras recoger las maletas y siguiendo las recomendaciones de otros viajeros, nos dispusimos a concertar un taxi para que nos llevara hasta el hotel, en el barrio de Fort. A la salida del control de aduanas, hay unos mostradores para alquilar coches y concertar los taxis (Mostrador “Prepaid Taxi Counter”), donde te cobran en función del destino y te dan un ticket que hay que entregar al controlador de los taxis a la salida del aeropuerto. Es una método cómodo y seguro, pues te aseguras que el taxista no intentará cobrarte más de lo debido por el trayecto, y además, la empresa en todo momento tiene un control de que taxista lleva a cada turista y cual es su destino.
Nos tocó un taxi destartalado, sin aire acondicionado, propulsado gracias a una enorme bombona de gas que ocupaba todo el maletero, con lo que las maletas tuvieron que viajar en la baca. Nada más salir del aeropuerto se empiezan a ver los enormes Slums que salpican la ciudad. La imagen es muy dura, la gente vive hacinada en chabolas al pie de la carretera y las vías del tren, y los menos afortunados, duermen al raso sobre las aceras o debajo de los puentes.
La miseria más absoluta convive con grandes rascacielos, en el centro económico de un “emergente” que parece haber condenado a gran parte de la población a la exclusión más absoluta. No se que en estaría pensado Mecano cuando compuso su famosa canción, pero esto es lo menos parecido a un paraíso que uno puede imaginar.
El trayecto del aeropuerto a Fort dura menos de una hora, y a pesar de que el tráfico es caótico, tuvimos suerte, pues leimos que el viaje puede durar más de dos horas. No alojamos el el Hotel Residency Fort, y la verdad es que no podemos recomendarlo. La habitaciones son realmente pequeñas, apenas entra la cama de matrimonio, y la limpieza brilla por su ausencia. El servicio es además de todo menos amable y diligente, nos tuvieron esperando en recepción con nuestras maletas casi una hora porque no tenían habitaciones disponibles, y eso que llevaba hecha mi reserva con más de seis meses de antelación…
Tan pronto nos dieron la habitación, salimos del hotel en busca de algún restaurante para comer. Como no encontramos nada, acabamos comprando unas hamburguesas en un McDonald´s que había cerca. Dimos cuenta de las hamburguesas en la habitación y, después de una pequeña siesta, salimos de nuevo a patear la ciudad.
La Puerta de la India
Bajamos dirección sur por la calle principal de Fort, rodeada de edificios coloniales, hasta que llegamos a la Puerta de la India, emblema de la ciudad, construido en basalto en el año 1924 por los Británicos como arco del triunfo, fue irónicamente utilizado por estos para que sus últimas tropas abandonaran el país en 1948 al caer la colonia.
Taj Mahal Palace de Mumbai
Frente a la Puerta de la India se sitúa el famoso Hotel Taj Mahal Palace, mandado construir a principios del siglo IXX por el multimillonario Jamsetji Tata (magnate indio fundador del Grupo Tata), después de que se le negara la entrada al que por aquel entonces era el mejor hotel de la ciudad (Watson’s Hotel), exclusivo para blancos occidentales. Como si de otros huéspedes se tratara, superamos los controles de seguridad y conseguimos visitar su lujoso interior.
Atardecer en Marine Drive
Después de tomar un café en el elegante barrio que rodea el Taj, nos apresuramos para llegar a la playa para disfrutar del atardecer, junto con cientos de indios que se agolpan en el malecón de Marine Drive para contemplar el espectáculo.
De vuelta al hotel, terminamos cenando en el cercano restaurante Café Mocambo. Aunque un poco desolado y arranciado, cenamos bastante bien a un precio asequible.