Día 3.- Bangkok. Palacio Real y Wat Pho
En Ferri por el reio Chao Praya hasta el Palacio Real
Tomamos un ferry público, fácilmente identificable por sus banderas amarillas o naranjas, que por tan sólo 15 Baths te acerca en un agradable paseo por el rio de menos de media hora hasta el muelle nº 9 (Tha Chang), donde se encuentra el Palacio Real.
Visita del Palacio Real de Bangkok
Ya en las inmediaciones uno se empieza a tomar conciencia de lo que se va a encontrar: hordas de turistas de distintas nacionalidades, provistos de sus palos selfies y cámaras de fotos, que deslucen enormemente la visita.
Para colmo, entrar al palacio requiera pasar por caja (500 Bahts por persona), previa enorme cola para comprar los tickets, y después superar un estricto control de mochilas.
Menos mal que, apercibidos, llevavamos agua e ibamos con ropa adecuada (pantalones largos y hombros cubiertos), sino, nos toca aguantar una cola más para alquilar un fular para entrar y encima sin agua con la que sofocar el insoportable calor de Bangkok. Si uno consigue abstraerse de todos estos inconvenientes, hay que reconocer que el complejo resulta deslumbrante.
El Palacio Real de Bangkok se comenzó a construir en el 1782, bajo el reinado de Rama I, con motivo del traslado del reino de Siam (actual Tailandia), desde Thonburi (en el otro lado del río Chao Praya) a Bangkok.
De todo el complejo destacan por su belleza su gran estupa dorada, muy del estilo de las que pueden verse en Birmania, los enormes guerreros mitológico de más de 5 metros de altura que espada en mano protegen los accesos, y el barroco Panteón Real con sus bonitos azulejos e incrustraciones de oro. Cada rincón del recinto esta profusamente decorado.
El Wat Pbra Kaew (Templo del Buda Esmeralda)
Pero el edificio más famoso del recinto es el Wat Phra Kaew, conocido como el Templo del Buda Esmeralda, pues en su interior se alberga esta imagen que, a pesar de sus pequeñas dimensiones (45 cm de altura) y de no ser realmente de esmeralda sino de Jade verde, resulta la más venerada del país. Tanta devoción se la tiene que sólo al monarca le esta permitido tocarla.
Wat Pho, el buda recliando de Bangkok
Merece mucho la pena también perderse por los distintos patios interiores dispersos por el recinto, en los que contemplar tranquilos las largas y repetitivas hileras de budas dorados en posición de meditación (se dice que hay más de 1000).
El recinto cuenta también con una afamada escuela de masajes, donde además de impartir cursos ofrecen masajes a buenos precios. Nos quedamos con las ganas de darnos uno, pero teníamos hambre y la niña estaba despierta, con lo que o sólo uno se daba el masaje mientras el otro la atendía, o perdíamos demasiado tiempo turnándonos.
Salimos de Wat Pho dispuestos a comer. Nos acercamos por curiosidad a conocer el famoso restaurante The Deck, muy recomendado para cenar, más que por la comida por las buenas vistas que ofrece su terraza al templo Wat Arum, levantado justo en la orilla opuesta del rio.
La verdad es que el restaurante es bastante caro, y estaba muy poco animado. Además, teniendo en cuenta que el Wat Arum está de reformas, lleno de andamios, la vista tampoco era la mejor, así que salimos de allí, y decidimos ir a comer al bar restaurante The Gate, en la misma calle y de los mismos dueños que The Deck pero más asequible. Nos gustó bastante. Comimos un curry verde buenísimo, un arroz frito con pollo del que dio buena cuenta nuestra agotada hija, y dos Mango Shake (450 Baths).
Lo normal tras la comida hubiera sido cruzar el rio en Ferry para visitar el impresionante Wat Arum y subir a su torre principal, pero como decíamos, en esas fechas se encontraba en obras completamente andamiado con lo que no merecía la pena la visita, así que volvimos al hotel para descansar algo antes de volver a salir a la calle para ir a cenar al restaurante Mango Tree.