Conociendo la isla de Miyajima (Japón)

  • Categoría de la entrada:Japon

Día 10.- Kioto –Miyajima

Nos levantamos muy ilusionados con la idea de desplazarnos hasta la isla de Miyajima para pasar allí la noche.
 
El día anterior preparamos una pequeña mochila con lo imprescindible para pasar dos días y una noche en la isla. El resto del equipaje lo dejamos en el hotel de Kioto, en una sala que tienen provista al efecto, a la espera de nuestro regreso.
 

Cómo llegar a Miyajima desde Kioto

Para llegar a la isla de Miyajima es necesario:
 
1º) Coger un Shinkasen desde la estación de tren de Kioto hasta Hiroshima, que tarda aproximadamente dos horas.
 
2º) Luego hay que subir al tren local de la línea JR Sanyo hasta la estación Miyajimaguchi, unos 30 minutos, y
 
3º) Tomar un ferri incluido en la JR Pass, que en otros 30 minutos te deja en el muelle de la isla.
 
Dentro de los Shinkasen que hacen el trayecto hasta Hiroshima  hay una línea exprés que apenas hace paradas. Esto es importante tenerlo en cuenta si se piensa aprovechar el desplazamiento para parar en la ciudad de Himeji y ver su famoso castillo.
 
Nuestro tren a la ida si paró en Himeji, desde la estación se divisa perfectamente el imponente castillo blanco recién rehabilitado, apenas debe estar a un kilómetro de distancia. Nos llamó tanto la atención que nos propusimos intentar verlo de regreso a Kioto, pero finalmente no pudo ser, pues el tren que cogimos a la vuelta era el exprés y no paró en Himeji.
 
A quien le gusten los castillos y jardines también puede hacer parada en la ciudad de Okayama, que cuanta con un  importante castillo y con el famoso Jardín de Korakuen.
 
Junto a la visita a Himeji y Okayama, el traslado hasta Miyajima se suele aprovechar para visitar el Museo conmemorativo de la paz de Hiroshima y el parque que lo rodea, levantado justo en el lugar donde, el 6 de Agosto de 1945, el Ejército de EEUU lanzó su primera bomba atómica sobre esta ciudad ocasionando la muerte de al menos 200.000 civiles inocentes. La verdad es que no nos hacía especial ilusión la visita, conocemos la atroz historia y no nos hace falta ver el museo para cerciorarnos de la barbaridad que aquello supuso. Además, estábamos bastante cansados, ese día hacía bastante calor, y nos apetecía más ir directamente a la isla y tomarnos el día de relax.
 
Entre unas cosas y otras llegamos al embarcadero que conduce a la isla a la hora de comer. Antes de coger el Ferri nos tomamos unos sándwiches que llevábamos preparados y probamos los famosos pasteles de Miyajima que vendían en el puerto.
 
Los pasteles (100 JPY la unidad), con tamaño y forma de hoja de arce, tienen distintos rellenos, desde dulces como chocolates o alubias rojas y verdes, hasta salados, como queso. Probamos los de chocolate y alubias rojas, y están buenos, pero tampoco nos parecen que justifiquen por si sólo el viaje. Se quedan muy lejos de las Baklavas turcas o los pastéis de Belém de Lisboa.
 
Como de costumbre, al ver que vamos con un bebe en carrito, en el Ferri  nos dejan pasar los primeros, y nos sitúan en una zona que tienen especialmente prevista para viajeros con problemas de movilidad.
 
Durante el trayecto se observa perfectamente el famoso Torii flotante de la isla, que en esos momentos estaba totalmente cubierto en su base por la marea alta.
 
 

Llegada a la isla de Miyajima

La pequeña isla de Miyajima, es considerada como un lugar sagrado para el sintoísmo, de forma, que incluso hasta hace no mucho tiempo ha estado prohibido morir o dar a luz allí.
 
Es además un ejemplo de como a lo largo de la historia de Japón el sintoísmo y el budismo han estado siempre estrechamente relacionados, de forma que en sus escasos 50 Km2 se cuentan por igual los templos budistas y los santuarios sintoístas.
Guia de viaje a MiyajimaIsla de Miyajima
Ya en el muelle de la isla nos dispusimos a encontrar el hotel, cosa que no parecía excesivamente difícil a la vista del plano que llevábamos impreso en papel.
 
El caso es que pronto nos dimos cuenta que no éramos bien recibidos, pues a la primera de cambio unos cuantos ciervos, de los muchos que pululan en libertad por la isla, nos rodearon en busca de algo que llevarse al estómago y acabaron devorando el mapa de la isla que llevábamos entre las manos. Según me confirmó luego el dueño del hotel entre risas no eramos los primeros turistas a los que los animalitos les habian comido el plano.
 
El caso es que sin el plano estuvimos dando muchas más vueltas de las necesarias para encontrar el hotel, hasta que con ayuda de los amables lugareños conseguimos dar con él. Del hotel, Miyajima Guest House Mikuniya, poco más puedo añadir de lo dicho en el apartado de “itinerario y datos prácticos”, fue sencillamente excepcional en todos los sentidos.
 
Como estábamos muy cansados del viaje decidimos descansar un rato en la habitación, para lo que tuvimos que hacer nuestros futones siguiendo el manual de instrucciones que al efecto tiene cada huésped en su habitación. La verdad es que fácil no es, y tardamos bastante.
 

Santuario Itsukushima

Tras la siesta salimos a la calle a pasear por el pueblo de Miyajima. Se notaba que ya sólo quedábamos en la isla los lugareños y los turistas que pasábamos allí la noche. De hecho, los monjes ya estaban cerrando el santuario Itsukushima.
Templo en la isla de Miyajima Templo sionista
 

El famoso Torii flotante de Miyajima

Estuvimos un buen rato en la playa. Aprovechando que había bajado la marea llegamos hasta la base del Torii de Miyajima
 
La gran puerta sagrada de 16 metros de altura marca el acceso desde el mar al santuario flotante de  Itsukushima, ubicado a unos 200 metros.
 
Como Miyajima siempre se consideró una isla sagrada en la que sólo los dioses y monjes podían vivir, el santuario se construyó sobre las aguas, para evitar así que  el resto de los mortales pisara su sacro suelo. Allí estuvimos contemplando la estampa hasta la puesta de sol.
Torii flotanteTorii rojo de Miyajima Torii sobre el mar puerta japones
 
Después del espectáculo nos acercamos al hotel a cambiarnos y a pedir un plano con los restaurantes que hay abiertos por la noche.
 
En Miyajima es difícil encontrar algún restaurante abierto para cenar, pues los pocos turistas que se quedan a pasar la noche reservan sus habitaciones en Ryokanes que incluyen una cena típica.
 
Terminamos cenando en el restaurante Mametanuki, en la calle principal de tiendas (Omestano Shopping Arcade), atraídos por la carta que ofrecía las famosas ostras a la parrilla y almejas.
 
Íbamos con la idea de darnos un homenaje, y la verdad es que salimos muy desencantados. Pedimos un Sashimi que resultó ser peor que la media de los que se pueden tomar en Madrid, una ración de almejas que aunque buenas nos resultó muy escasa, y para colmo, nos tuvimos que conformar con las ostras en tempura, pues ya nos les quedaban a la parrilla. Eso y una cerveza, por el exagerado precio de 4.550 JPY.
 
Por si fuera poco, olvidé en el hotel la leche de mi hija, así que para los postres tuve que salir corriendo hasta el hotel a buscarla. Para cuando llegué de vuelta con la leche mi pobre hija tenía un berrinche de campeonato, casi a la altura del de su madre.
Restaurantes Miyajima
Volvimos al hotel dando un relajado paseo junto al mar iluminado por farolillos de piedra y nos paramos un buen rato a contemplar de nuevo el Torii y el santuario Itsukushima, ahora iluminados y con la marea alta.
Torii flotanteDormir en Miyajima
 
Ya en el hotel, aprovecharnos para darnos un baño privado en su onsen con sales de coco. Toda una experiencia relajante para culminar un bonito día en la bonita isla de Miyajima.
 

Deja una respuesta