Día 9: Kota Kinabalu: Poring Hot Springs, Canopy Walkway, City Mosque y mercados nocturnos.
Excursión en coche de alquiler por Kota Kinabalu:
Sin tiempo que perder, nos dispusimos a salir de la ciudad rumbo al Parque Nacional del Monte Kinabalu.
La salida de la ciudad resulta mas lenta de lo previsto, pues a esas horas el tráfico es muy considerable. Tardamos casi dos horas en hacer nuestra primera parada, en el mirador de Nabalu.
Desde allí las vistas del Monte Kinabalu son fantásticas, más aquella mañana, que hace un sol espléndido. Además, aprovechamos la parada para comprar algo de fruta fresca, y un par de souvenirs.
Continuando el camino pasamos por la entrada al Parque Nacional de Monte Kinabalu. Decidimos no parar, y dejar su visita del Parque para la tarde. Por lo visto tiene un sendero circular que no se tarda en recorrer más de 30 minutos y resulta muy interesante por la cantidad de curiosa flora autóctona que se puede ver. Hay también trails mucho más largos para quien va más tiempo, e incluso algunos turistas se atreven a ascender sus más de 4.000 metros de altura.
Piscina naturales de Poring Hot Springs.
Tras una parada técnica para echar gasolina, y otra para sacar dinero, llegamos a Poring casi a las 12:00 de la mañana.
Pagamos la entrada (30 MYR), y nos dispusimos a disfrutar de sus piscinas naturales (poring hot springs). Se trata de una serie de pequeñas pozas artificiales que se llenan con agua caliente sulfurosa proveniente de algún manantial cercano.
Al ser tan pequeñas, más lavaderos que piscinas, la verdad es que da un poquito de cosa meter algo más que los pies, así que decidimos mejor bañarnos en la piscina rocosa de agua fría que hay en la entrada, donde pasamos un rato muy agradable con Martina.
Aprovechamos también para comer en los agradables merenderos que tienen allí preparados, y tras la comida nos cambiamos en los vestuarios para ir a visitar el famoso Canopy, que era realmente el motivo por el que habíamos decidido ir hasta allí.
Canopy de Poring. Puentes colgantes sobre la selva de Borneo:
Para entrar al Canopy (puentes colgantes) hay que pagar una pequeña entrada por pasar (10 MYR), y unos exorbitados suplementos, según vayas a hacer fotos con el móvil, la cámara de fotos y/o la cámara de video.
Nosotros hacemos trampa y decimos que no vamos a hacer ni fotos, ni videos. Tras la taquilla espera un empinado y bonito sendero por la selva hasta llegar hasta las pasarelas que discurren sobre las copas de los árboles.
Son 4 pasarelas colgantes, de unos 400 metros de longitud total, y que en algunos tramos alcanzan una altura superior a los 40 metros sobre el suelo.
Tan impresionante como las vistas desde arriba, son los altísimos árboles sobre los que están colocadas las pasarelas. La experiencia resulta ser de lo más intrépida y divertida. Se trata de disfrutar de la selva desde una nueva perspectiva no apta para quienes sufren de vértigos.
Nos entretuvimos más de lo previsto en las pasarelas, y para cuando estamos de vuelta en el parquin resulta que el día soleado a dejado paso repentino a la lluvia monzónica, tan intensa a ratos que nos dificulta bastante la conducción.
Por desgracia para nosotros, la situación se mantiene al llegar de nuevo a la entrada del Parque del Monte Kinabalu. Si por la mañana se contemplaba sin problemas su majestuosa cumbre ahora, entre la lluvia y la niebla, no se distinguía nada que estuviera a más de 20 metros de distancia. En esas condiciones no tenia sentido pagar la entrada al parque e intentar hacer la ruta circular, así que con mucha pena, tuvimos que desistir de la visita y poner rumbo definitivo a la ciudad.
Antes de llegar al hotel hicimos una parada para contemplar la bonita mezquita flotante de Kota Kinabalu.
Mercado nocturno de Kota Kinabalu:
Caída la noche, tras la ducha de rigor, salimos del hotel con la intención de terminar el día visitando los famosos mercados nocturnos de Kota Kinabalu.
De camino podemos ver como la gente local disfruta comiendo el famoso Durián. La verdad es que hay que hacer un gran ejercicio de abstracción olfativa para intentar si quiera probar lo que dicen es un gustoso manjar. Nosotros, después de años viajando por el Sudeste no hemos conseguido reunir fuerzas suficientes para probarlo. Si acaso en formato caramelo o helado, que la verdad está muy bueno, pero en crudo es demasiado apestoso como para intentar hincarle el diente.
El Filipino Market resulta de lo más entretenido y auténtico. Nosotros que disfrutamos en los mercados viendo el género lo pasamos en grande con la zona de pescado fresco. Hay también multitud de puestos de comida local, y una zona de souvenirs. Compramos algo de Rambután. Este buenismo.
A Martina le hacen mucha gracia los pelillos que tienen. Dice que son como erizos, y no la falta razón la verdad.
Para cenar, optamos por darnos un respiro de comida local, y terminamos en un restaurante italiano dando cuenta de unas pizzas. Ya tendremos tiempo en Geortown de seguir disfrutando de la gastronomía malaya.